Una caída tras otra

Jorge Lorenzo está desconcertado. No es de extrañar atendiendo a la cantidad de fracturas, magulladuras y arañazos que ha sufrido. En las últimas ocho carreras, el español, novato en MotoGP, ha sufrido seis accidentes. Muchos de ellos le dejaron tocado, como el de China, o incluso le obligaron a perderse una carrera, como el que tuvo en Montmeló. Tras un arranque deslumbrante con tres poles, tres podios y una victoria en las primeras tres carreras, Lorenzo ha enlazado una caída tras otra. "He sobrepasado mi límite", llegó a reconocer el bicampeón mundial de 250cc.

El mallorquín s...

Jorge Lorenzo está desconcertado. No es de extrañar atendiendo a la cantidad de fracturas, magulladuras y arañazos que ha sufrido. En las últimas ocho carreras, el español, novato en MotoGP, ha sufrido seis accidentes. Muchos de ellos le dejaron tocado, como el de China, o incluso le obligaron a perderse una carrera, como el que tuvo en Montmeló. Tras un arranque deslumbrante con tres poles, tres podios y una victoria en las primeras tres carreras, Lorenzo ha enlazado una caída tras otra. "He sobrepasado mi límite", llegó a reconocer el bicampeón mundial de 250cc.

El mallorquín se dio el último castañazo en Laguna Seca el domingo, cuando apenas había completado media vuelta. Lorenzo llegó anoche a Barcelona procedente de San Francisco y se fue directamente a la clínica Dexeus, en la que Xavier Mir, su traumatólogo de confianza, le revisó las fracturas que sufre en el pie izquierdo -en el tercer y el quinto metatarsos- al estrellarse violentamente contra el cemento tras ser escupido al aire por la moto. Con los neumáticos aún fríos, Lorenzo, que arrancó cuarto, se vio embotellado en medio del tráfico y trató de ganar posiciones. Mal negocio teniendo en cuenta que los compuestos que calzaba su Yamaha todavía no habían adquirido la temperatura óptima de trabajo. Y es que Michelin, la marca de gomas de la moto de Jorge Lorenzo y de la mitad de la parrilla de MotoGP, cometió un error garrafal.

Un año después, la historia se volvió a repetir en Laguna Seca y los pilotos que calzan sus motos con los neumáticos de la firma francesa salieron escaldados de la pista californiana. Para darse cuenta de ello basta con echar un ojo a la clasificación: el primer piloto de Michelin en cruzar la meta fue Andrea Dovizioso, cuarto, a 34 segundos de Valentino Rossi, el ganador.

Si el año pasado Michelin desplazó a Estados Unidos un cargamento de neumáticos demasiado blandos que se despedazaron con el calor y la abrasividad del cemento a las primeras de cambio, esta vez, las gomas resultaron ser duras como zapatos.

Durante las sesiones de ensayo, cada vez que uno de sus pilotos salía a dar una serie de vueltas y volvía a meterse en el taller, sus neumáticos estaban prácticamente nuevos, sin apenas mordiscos en los lados, y eso es un síntoma inequívoco de que los compuestos no se adherían lo suficiente al cemento. Cuando las gomas no trabajan, el piloto lo percibe y abre el acelerador menos convencido porque nota que la moto no tiene agarre y se desliza.

El error de Michelin se explica a partir de las condiciones meteorológicas en Monterrey, donde se emplaza esta pista de carreras. Hizo mucho más frío de lo que es habitual. "Para fabricar estos neumáticos, los técnicos tuvieron en cuenta la temperatura media a lo largo de los últimos años. El problema es que esta semana no hemos llegado ni a la mínima. Por eso estos compuestos no han funcionado bien", dice uno de los pilotos afectados.

"Nosotros, para poder poner la moto a punto, tuvimos que rayar neumáticos slick [lisos] para que cogieran más temperatura", aseguran desde otro taller, también de Michelin. "Con este tipo de carcasa podríamos completar tres carreras", ironizó uno de los jefes de equipo.