Análisis:Cosa de dos

Pudieron

Fue un gran momento televisivo, desde el principio hasta el final. Un momento muy largo, porque la velada futbolística duró un montón de horas. Puestos a escoger un instante, gol al margen, me quedo con una de las primeras imágenes de la fiesta: Juanma Castaño, el desenvuelto entrevistador de vestuarios, empapado de cerveza y champán, abrazado a los jugadores y alzando el trofeo. Fue una muestra de complicidad, de compadreo bien entendido, que resumió una de las claves del éxito: el buen ambiente colectivo que se vivió a lo largo de la Eurocopa. Por una vez no hubo conflictos, ni en el equipo,...

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Fue un gran momento televisivo, desde el principio hasta el final. Un momento muy largo, porque la velada futbolística duró un montón de horas. Puestos a escoger un instante, gol al margen, me quedo con una de las primeras imágenes de la fiesta: Juanma Castaño, el desenvuelto entrevistador de vestuarios, empapado de cerveza y champán, abrazado a los jugadores y alzando el trofeo. Fue una muestra de complicidad, de compadreo bien entendido, que resumió una de las claves del éxito: el buen ambiente colectivo que se vivió a lo largo de la Eurocopa. Por una vez no hubo conflictos, ni en el equipo, ni en el entorno inmediato, ni en la tribuna de prensa, ni en la grada.

Cuatro (que pertenece al mismo grupo empresarial que este diario) había efectuado una apuesta de alto riesgo. Invirtió un dineral, unos 70 millones de euros, en la compra de los derechos de transmisión, y asumió la responsabilidad de efectuar una cobertura a la altura de las circunstancias. El éxito profesional no podía darse por descontado, dado que la cadena, pese a la experiencia acumulada en Canal +, es novata. El éxito deportivo, mucho menos. Más bien al contrario: si algo había que dar por descontado era el fracaso en cuartos, ateniéndonos a la historia.

La gente de Cuatro quiso ser optimista. "Podemos", dijeron. Y se pudo, vaya si se pudo. El nivel de sus profesionales ha sido notable: pese a ciertos excesos radiofónicos y forofísticos de la locución en los partidos, pese a algunos ratos tediosos en la espera, pese al ocasional empacho de monotema futbolístico, el trabajo de esta gente (los que se fueron a Austria y Suiza, los que se quedaron en Tres Cantos, los que hicieron campamento en la plaza roja) merece felicitaciones. Su nivel no ha desmerecido del juego de la selección, y eso es muchísimo. Por una vez, todos contentos. Enhorabuena.

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