Reportaje:EUROCOPA 2008 | Cuartos de final: España-Italia

"Si jugásemos como España, los hinchas nos pitarían"

Gattuso, sancionado, dice que el 'calcio' no soporta "20 pases en corto" seguidos

El fútbol tiene sus apóstoles. Sobre todo, en Italia, cuya selección destila las esencias de un deporte que trasciende el fenómeno físico para convertirse en una ideología nacional, en un instrumento de cohesión política y social. Uno de estos predicadores del calcio es un muchacho calabrés de ojos vivarachos que ayer se presentó en el púlpito con barba y pelos bíblicos. Se trataba de Gennaro Gattuso en persona. Gattuso no jugará mañana contra España por estar castigado con un partido de sanción. Pero, desde el banquillo o desde cualquier lugar, estará presente irradiando esa espiritual...

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El fútbol tiene sus apóstoles. Sobre todo, en Italia, cuya selección destila las esencias de un deporte que trasciende el fenómeno físico para convertirse en una ideología nacional, en un instrumento de cohesión política y social. Uno de estos predicadores del calcio es un muchacho calabrés de ojos vivarachos que ayer se presentó en el púlpito con barba y pelos bíblicos. Se trataba de Gennaro Gattuso en persona. Gattuso no jugará mañana contra España por estar castigado con un partido de sanción. Pero, desde el banquillo o desde cualquier lugar, estará presente irradiando esa espiritualidad. Ayer, él mismo se encargó de explicar el fenómeno a una multitud de periodistas devotos. Para empezar, advirtió: "Me gustan mucho las canciones de amor de Celentano".

"El equipo actual me recuerda al Barcelona que ganó la Copa de Europa en 2006"

La conferencia se celebró en la Casa Azurra, punto de reunión de hinchas, periodistas y jugadores, junto a la concentración del equipo en Oberwaltersdorf, a 15 kilómetros de Viena. En el predio de una fábrica del siglo XIX, rodeada de antiguos canales, la oficina de turismo y la federación italiana han desplegado una serie de salas que convergen en un gran salón discotequero. Ayer, Gigi, un cantante de Catanzaro, vestido con traje blanco, las gafas de sol sobre la frente, se aferraba al micrófono para entonar el cancionero popular meridional con voz quebrada. A su alrededor, una muchedumbre de niños chupaban latas de Nuetlla y jugaban al futbolín. Sobre las mesas, los camareros cortaban la tarta de merengue, el salami y el queso del Veneto. En las copas de los mayores brillaba el prosecco.

Gigi no desentonó cuando se arriesgó con My way mientras en la planta superior Gattuso enumeraba a otro Gigi, éste napolitano, en su lista de prioridades. "La mejor canción que se ha escrito es Annarè, de Gigi D'Alessio", dijo. "La diferencia de Italia la hace la unidad del grupo", prosiguió; "estamos juntos, comemos juntos, jugamos juntos al tenis de mesa y a las cartas y escuchamos música juntos".

Escuchando al mediocentro del Milan, a nadie le podían quedar dudas sobre la mitología que se cultiva en su selección. Además de cuatro títulos mundiales, Italia tiene una leyenda, y es abundante. España, no, o es incierta. No sólo de técnica viven los equipos. Gattuso, que carece de toque, pero es un líder, sabe mejor que nadie cuál es su identidad. Ésa es su fuerza. "Siempre que jugamos contra equipos españoles tenemos dificultades para robar el balón", comentó; "esta España me recuerda al Barcelona que ganó la Copa de Europa en 2006. Busca situaciones de superioridad numérica con el balón".

"Pero esto no significa que los españoles sean superiores técnicamente", concluyó; "en ese aspecto no tenemos nada que envidiarles. Lo que ocurre es que nosotros tenemos otra cultura. En Italia, si das 20 pases en corto como hace España, el estadio entero empieza a pitarte. Nosotros jugamos de forma diferente no porque seamos malos, sino porque nuestra mentalidad y nuestro modo de jugar son diferentes".

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