Reportaje:

Alberto quiere más principado

Mónaco planea ganar al mar 275.000 metros cuadrados con la ayuda de Foster

El principado de Mónaco, el segundo Estado más pequeño del mundo -el primero es El Vati-cano-, con sus apenas dos kilómetros cuadrados de superficie, aspira a ganarle 10 hectáreas al mar a base de construir, sobre pilotes que descansarían en el fondo del Mediterráneo, una plataforma capaz de producir su propia energía y de ser autosuficiente en abastecimiento de agua. El proyecto, que se concretará antes de que acabe el año, se materializará en el horizonte 2018-2020.

Cinco grandes sociedades de obras públicas participan en la última fase del concurso y varios nombres prestigiosos de la...

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El principado de Mónaco, el segundo Estado más pequeño del mundo -el primero es El Vati-cano-, con sus apenas dos kilómetros cuadrados de superficie, aspira a ganarle 10 hectáreas al mar a base de construir, sobre pilotes que descansarían en el fondo del Mediterráneo, una plataforma capaz de producir su propia energía y de ser autosuficiente en abastecimiento de agua. El proyecto, que se concretará antes de que acabe el año, se materializará en el horizonte 2018-2020.

Cinco grandes sociedades de obras públicas participan en la última fase del concurso y varios nombres prestigiosos de la llamada arquitectura internacional figuran entre los favoritos en una competición cuyo juez será el príncipe Alberto. El proyecto de sir Norman Foster es el favorito aunque parece que también los hay de Frank Gehry, Jacques Rougerie, Daniel Liebeskind y Christian de Portzamparc. Tal y como podía esperarse, todos "son ejemplares en su respeto al medio ambiente", ha explicado Jean-Paul Proust, ministro de Estado de Mónaco. Alberto de Mónaco siempre ha hecho gala de su gran interés por los problemas ecológicos. En su momento el principado ya estuvo en la picota al ser acusado de estar en el origen de la proliferación de la alga taxifolia, popularmente conocida como la alga asesina, en el oeste del Mediterráneo.

Mónaco se ha convertido en un paraíso fiscal y lugar de residencia muy apreciado para un pequeño sector de la población. Si durante años bastó con autorizar la construcción de edificios más y más altos, hasta convertir el Principado en uno de los lugares más feos de toda la costa mediterránea, ahora, cuando ya no quedan metros cuadrados disponibles para los futuros aspirantes al exilio fiscal, hay que buscar en el mar espacio para 275.000 metros cuadrados suplementarios de viviendas y despachos.

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