Reportaje:

"Ya no me siento como un niño"

Sergio García vuelve a creer en sí mismo tras ganar el Players, 'el quinto grande'

Esta vez, no. Esta vez no escupió en el hoyo, ni tiró a volar su zapato ni culpó al campo por tenerle manía. Esta vez, cuando Sergio García embocó el putt definitivo, el del triunfo en el Players Championship, considerado como el quinto grande, el mayor éxito de su carrera después de casi tres años en blanco, El Niño hizo las paces con el palo del juego corto y le dio un beso en la cara interior. Era su manera de reconciliarse con el putt, el golpe maldito, el que le dejó sin bautizo en el Grand Slam en el último Open Británico en otro desempate como e...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Esta vez, no. Esta vez no escupió en el hoyo, ni tiró a volar su zapato ni culpó al campo por tenerle manía. Esta vez, cuando Sergio García embocó el putt definitivo, el del triunfo en el Players Championship, considerado como el quinto grande, el mayor éxito de su carrera después de casi tres años en blanco, El Niño hizo las paces con el palo del juego corto y le dio un beso en la cara interior. Era su manera de reconciliarse con el putt, el golpe maldito, el que le dejó sin bautizo en el Grand Slam en el último Open Británico en otro desempate como el que ayer, ahora sí, le dio la victoria ante el estadounidense Paul Goydos en una última jornada contra el viento.

Sin ser realmente un grande, el Players cierra muchas heridas para García: ninguna victoria desde junio de 2005, en 53 torneos en el circuito norteamericano, y la etiqueta de jugador casi perdido para la causa. El triunfo, celebrado con lágrimas en el trayecto en carrito después del último hoyo, le deja en el bolsillo 1,7 millones de dólares (unos 650.000 euros), el mayor premio de cualquier torneo, más incluso que el de los grandes, y la invitación por tres años para el Masters de Augusta y el Open Británico y por uno para el PGA norteamericano y el Open de Estados Unidos. "Y un espaldarazo de confianza, una victoria psicológica", dice su manager, Carlos Rodríguez; "necesitaba volver a ganar". "Todo el mundo sabe, por los participantes, el campo y todo lo que le rodea", apuntó García, "que este torneo es como un grande, te presiona como un grande..., aunque desafortunadamente no lo es. Siempre lo he dicho: tengo que creer en mí mismo, sé lo que puedo lograr".

Para eso, para cambiar el chip y reciclarse, El Niño comenzó en febrero a seguir los consejos de un gurú del putt, Stan Utley (para el juego largo sigue con su padre, Víctor), que le metió dos cosas en la cabeza: admitir su problema y echarle horas en el campo. "Me he dado cuenta de que tengo que trabajar duro y creer más en mí", asume el castellonense, "porque, si lo hago, no hay muchos que puedan ganarme".

A los 28 años, García cree haber encontrado al fin el hilo que le una a los éxitos de sus compañeros de generación. Cuando Trevor Immelman, el surafricano que sólo es 24 días mayor que él, se vistió de verde en Augusta hace un mes, García vio pasar ante él a otro amigo de quinta triunfante sin el que compartir un triunfo a la altura. El irlandés Padraig Harrington le birló en la última bola el Open Británico de 2007, el inglés Justin Rose se colgó en la solapa la Orden del Mérito Europeo... ¿Y él? Tres años en el desierto, las malas pulgas cuando alguien se acercaba a él y la culpa a los campos por no darle "ninguna oportunidad".

La victoria en el Players, la primera de un español en Ponte Vedra (Florida), la primera de un europeo desde el escocés Sandy Lyle en 1984, le sube al décimo puesto de la clasificación mundial, el séptimo por ganancias, siempre, claro, a años luz de Tiger Woods. "Le doy las gracias por no haber venido", bromeó Sergio cuando recogió de manos de Phil Mickelson el trofeo, la copa de cristal, sobre El Tigre, que se recupera de una lesión de rodilla. Con 14 títulos en la hoja de servicios, García es, pese a la larga sequía, el golfista menor de 30 años con más victorias en el circuito norteamericano (siete). Y el mejor del mundo sin un grande.

"Pero quiero darme la oportunidad de ganarlo este año", dijo bajo la bandera española en la casa-club de Sawgrass; "ahora no me quiero quedar estancado. He trabajado mucho y estoy empezando a recibir la recompensa. En los últimos años ha habido momentos en los que dudaba de mí mismo, no sabía si estaba trabajando bien. Probaba una cosa y funcionaba una semana, pero a la siguiente ya no y dudaba de mí mismo".

Liberado tras el triunfo, García mantiene su cuenta pendiente con una gran cita. La próxima, del 17 al 20 de julio en el Open Británico, con aires de reválida tras su decepción del año pasado. "Ahora lo ganará", anunció Goydos, su rival en Florida. Con la confianza a flor de piel, García se atrevió incluso a desafiar al rey Woods. "En el golpeo de la bola puedo ganarle. Si creo en mi capacidad para golpear la bola y mejoro mi juego corto, puedo ponérselo difícil", aseguró. "Definitivamente, ya no me siento como un niño", dijo; "más bien, como un hombre mayor de 28 años".

Los golfistas más famosos del mundo (lalistaWIP)

Sergio García besa su putter tras embocar la bola triunfal.AP

Sobre la firma

Archivado En