Crónica:

Una pausa refrescante

El dólar está subiendo, y con rapidez. Pero sólo un inversor con una perspectiva temporal muy corta debería alegrarse excesivamente. Este último repunte ha sido considerable. La divisa estadounidense vuelve a encontrarse en el lado bueno de tres líneas psicológicas importantes: 1,60 dólares frente al euro, dos dólares frente a la libra y 100 dólares frente al yen. La causa del repunte del dólar es la probable pausa en los recortes de los tipos de interés en Wall Street. Además, los últimos datos económicos de EE UU no han sido tan lamentables como se temía. Y luego está el alivio que ofrecen l...

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El dólar está subiendo, y con rapidez. Pero sólo un inversor con una perspectiva temporal muy corta debería alegrarse excesivamente. Este último repunte ha sido considerable. La divisa estadounidense vuelve a encontrarse en el lado bueno de tres líneas psicológicas importantes: 1,60 dólares frente al euro, dos dólares frente a la libra y 100 dólares frente al yen. La causa del repunte del dólar es la probable pausa en los recortes de los tipos de interés en Wall Street. Además, los últimos datos económicos de EE UU no han sido tan lamentables como se temía. Y luego está el alivio que ofrecen los muchos banqueros, reguladores y políticos que han anunciado el fin de la crisis de las hipotecas subprime.

Pero que el dólar no esté tan mal no quiere decir que se haya recuperado del todo o que la mejoría vaya a durar. Y es que está claro que en EE UU no han perdido el gusto por el dinero barato. Situados en el 2%, los últimos tipos de interés están dos puntos porcentuales por debajo de la inflación. Si miramos más allá, con razón, la tolerancia de la Reserva Federal de tipos a ras de suelo se considera inflacionaria. Y no tiene mucho sentido comprar una moneda que está perdiendo su valor real y que ofrece unos beneficios reales negativos.

Pero EE UU sigue necesitando muchos compradores de dólares: el equivalente a cerca de 450.000 millones de euros cada año para cubrir su déficit comercial. Este último año, la necesidad parece haberse estabilizado en unos 39.000 millones de euros al mes. Esto es un 9% menos que el nivel máximo que se alcanzó en 2005.

Aunque es menos elevado, el déficit sigue siendo lo suficientemente grande como para dejar que el resto del mundo se meta un buen fajo de dólares de bajo rendimiento y muy inflacionarios en la cartera. El dólar se hace más débil siempre que los extranjeros se vuelven reticentes a financiar el despilfarro monetario y consumista de EE UU. Puede que dicha reticencia haya cedido una pizca, pero no es probable que la pausa dure mucho tiempo. -