Reportaje:

Controles a medianoche

Las autoridades italianas amenazan a los ciclistas con no dejarles dormir en competición

Patxi Vila está tan acostumbrado a que se le tome por un sospechoso habitual simplemente por ser ciclista que cuando cuenta que el lunes pasado le hicieron pasar un control antidopaje casi a las dos de la mañana -al regreso a su hotel de concentración con el Lampre en la costa toscana después de cenar fuera tras una jornada con un entrenamiento de 215 kilómetros- sólo endurece la voz para lamentar la mala educación de los controladores italianos -no se identificaron, usaron los modos autoritarios de un sargento chusquero, "usted, no se mueva de aquí"-, pero no tanto por el horario exagerado, n...

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Patxi Vila está tan acostumbrado a que se le tome por un sospechoso habitual simplemente por ser ciclista que cuando cuenta que el lunes pasado le hicieron pasar un control antidopaje casi a las dos de la mañana -al regreso a su hotel de concentración con el Lampre en la costa toscana después de cenar fuera tras una jornada con un entrenamiento de 215 kilómetros- sólo endurece la voz para lamentar la mala educación de los controladores italianos -no se identificaron, usaron los modos autoritarios de un sargento chusquero, "usted, no se mueva de aquí"-, pero no tanto por el horario exagerado, ni por la repetición casi cotidiana de controles motivada por la puesta en marcha del pasaporte biológico y por la competencia desatada entre los diferentes organismos controladores, como la Unión Ciclista Internacional (UCI), la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y el Comité Olímpico Italiano ( CONI).

"Todo sea por la credibilidad de nuestro deporte", dice Vila, navarro, de 32 años, que ha hecho carrera en Italia como lugarteniente de Damiano Cunego. "Este año llevo cinco controles ya, y eso que no ha empezado la competición. El último, el miércoles, a las 7.30 de la mañana, una hora más civilizada".

Critica, claro, pero con suavidad, que le controlen a las dos de la mañana y que el CONI amenace con extender la práctica también a los días de competición, en pleno Giro, por ejemplo. "Nos priva de nuestro derecho al descanso", dice Vila, que, como centenares de corredores, tiene que comunicar vía programa informático ADAMS su paradero cada tres meses; "pero nos dicen que la AMA ha autorizado esas horas porque es más fácil detectar hormonas peptídicas, como la EPO o la insulina".

Esta justificación es, sin embargo, falsa. Fuentes de la AMA reconocen que la primera vez que la escucharon fue por boca del fiscal antidopaje del CONI. "Nunca hemos dado ese consejo", indicaron; "y ni siquiera tiene una justificación científica por lo menos estas fechas, fuera de competición".

Patxi Vila.AP

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