Entrenador por ocho días

El Zaragoza se desmonta. "No tengo la menor duda de que estoy capacitado para el cargo", dijo Ander Garitano al ser escogido como nuevo técnico blanquillo. Ocho días después, ha dimitido. Una eliminación copera ante el Racing, un triunfo en la Liga frente al Murcia y una misteriosa dimisión. La decisión estaba tomada hace un par de días, pero no se definió hasta la madrugada del lunes. "Así no sigo", le comunicó a Miguel Pardeza, director técnico del Zaragoza e íntimo amigo suyo. Desde la directiva, sin embargo, le pidieron que madurara la idea, que no tomara una determinación a la ligera. Tra...

El Zaragoza se desmonta. "No tengo la menor duda de que estoy capacitado para el cargo", dijo Ander Garitano al ser escogido como nuevo técnico blanquillo. Ocho días después, ha dimitido. Una eliminación copera ante el Racing, un triunfo en la Liga frente al Murcia y una misteriosa dimisión. La decisión estaba tomada hace un par de días, pero no se definió hasta la madrugada del lunes. "Así no sigo", le comunicó a Miguel Pardeza, director técnico del Zaragoza e íntimo amigo suyo. Desde la directiva, sin embargo, le pidieron que madurara la idea, que no tomara una determinación a la ligera. Tras consultar con la almohada, Garitano calificó su decisión de irrevocable. "Es por motivos personales graves", reiteró ayer como un disco rayado y como única explicación a su dimisión. Desde la trastienda hay más versiones. Javier Irureta, mientras tanto, ya viajaba hacia Zaragoza. Anoche cerró su fichaje por lo que resta de temporada y hoy será presentado.

Después de batirse con el Murcia, según cuentan desde el vestuario, D'Alessandro rompió a llorar. La Romareda le había silbado y Garitano le relegó a la suplencia. "No llores, que hemos ganado", le dijeron con mala cara los compañeros, separados por unos terceros para no llegar a mayores. No le sentaron bien a D'Alessandro las réplicas y se lo contó todo a Agapito Iglesias, máximo accionista del club y su gran valedor. Desde entonces, por las paredes de las oficinas blanquillas se runrunea que Garitano solicitó la exclusión del futbolista de la plantilla y que Iglesias le respondió que era un activo y que esa opción ni se contemplaba. "No hay que especular", respondió ayer Garitano; "es injusto que los responsables del club salgan dañados sin ningún fundamento". Así lo ratificó Eduardo Bandrés, presidente del Zaragoza: "El técnico podía hacer y deshacer el vestuario".

Ocho días antes, Garitano sostuvo que "había que mejorar la defensa". No especificó si con un jugador o con trabajo. "Acepté el cargo sin ninguna exigencia sobre la plantilla, a la que considero capacitada para dar lo mejor por el club", aclaró ayer. Pero desde el club se apunta a que el técnico solicitó el refuerzo de un central, el punto más débil después de que Gabi Milito y Piqué se fueran al Barcelona y el Manchester y dejaran un hueco que no han sabido tapar Pavón ni Sergio Fernández.

Todos los revuelos de la temporada, en cualquier caso, señalan a D'Alessandro. Hace tres meses, se enzarzó en un entrenamiento con Aimar y la refriega se resolvió con algún insulto y manotazos al aire. Días después, se encaró con Víctor Fernández. "¡Vos tenés la culpa de todo!", le gritó. Y no se le apartó del equipo. Garitano pareció ajeno a todo esto. "Son motivos personales", seguía diciendo.

Compungido y taciturno, Garitano no varió el discurso ni un ápice. "Si hubiese tomado esta decisión más tarde, habría perjudicado al club", abundó; "no estoy bien anímicamente por diversos motivos personales y, sinceramente, creo que otra persona más fuerte debe asumir el reto". La directiva ya tanteó a Vicente del Bosque justo después de despedir a Víctor Fernández, hace poco más de una semana. El lunes por la noche, tras escuchar las razones de Garitano, llamó a Irureta, que se convierte así en el tercer técnico del Zaragoza en lo que va de curso.