Entrevista:ALMUERZO CON... PERE NAVARRO

"Vivimos en la apoteosis barroca del consumo"

Era Pere Navarro gobernador civil en Girona cuando un día se presentó en Olot, en días de problemas del porcino, para hablar con los agricultores de la zona. Al final de la visita, uno de ellos se le acercó y Navarro le dijo: "Tengo dos minutos, tengo prisa". El agricultor le dijo: "No, no, cuando tenga usted tiempo, venga y hablamos". Y ése fue el momento en que Navarro se dio cuenta de que no se puede vivir así, preso de la prisa, sin hablar con la gente, sin otorgarle a cada cosa su tempo, su tiempo. "Ha llegado un momento en que parece más importante hacerlo rápido que hacerlo bien".
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Era Pere Navarro gobernador civil en Girona cuando un día se presentó en Olot, en días de problemas del porcino, para hablar con los agricultores de la zona. Al final de la visita, uno de ellos se le acercó y Navarro le dijo: "Tengo dos minutos, tengo prisa". El agricultor le dijo: "No, no, cuando tenga usted tiempo, venga y hablamos". Y ése fue el momento en que Navarro se dio cuenta de que no se puede vivir así, preso de la prisa, sin hablar con la gente, sin otorgarle a cada cosa su tempo, su tiempo. "Ha llegado un momento en que parece más importante hacerlo rápido que hacerlo bien".

Navarro se alegra de que ésta sea una entrevista reposada, en torno a una mesa, sin prisas. Saluda a Jorge, el maître, que ya se acerca, bloc en mano, y empieza a enumerar los manjares del día. "¡Rovellons, ahora o nunca!", exclama el director general de Tráfico. Es momento de níscalos.

El director de la DGT aboga por una sociedad con menos prisas y más austera

"Ser sabio es poder decir: ¿cuánto es bastante? 'Usted tiene que crecer, usted tiene que ser competitivo'. De acuerdo: dígame cuánto es bastante. Y entonces yo me organizo y llego. Pero no me meta en una carrera sin final". Navarro es, a sus 55 años, un hombre que piensa que vivimos en una sociedad pasada de vueltas. Ya no hablamos. Nada es para toda la vida. Cada vez somos más individualistas. Y la austeridad, ese valor que le transmitieron en su infancia, ya no se lleva: "Vivimos en una apoteosis barroca del consumo". A pesar de todo, es optimista: "El siglo XX fue el de la técnica y el XXI será el del factor humano".

Se le iluminan los ojos cuando recuerda los días en que vivía cerca del mar y podía entregarse a una de sus pasiones, la navegación. "El barco es la gran vacuna contra las prisas. ¿Cuánto queda? 28 horas. Pues a disfrutar del horizonte". Quiso ser actor, pero se acabó inclinando por la ingeniería industrial. Es de los que te tocan el brazo fugazmente cuando hablan: para reclamar la atención, sí, y para buscar la cercanía. Tiene sentido del humor, sabe reírse de sí mismo. Cuando se lamenta, adelanta la mandíbula unos centímetros.

Hace tres años que llegó a Madrid para hacerse cargo de la Dirección General de Tráfico. Venía de organizar la movilidad de la ciudad de Barcelona y su principal objetivo era el carné por puntos. Cuando llegó había 12 muertos al día en la carretera. Ahora, ocho, asegura. "Hemos ahorrado mucho sufrimiento", concluye, y se ajusta el babero para empezar a comer como se debe los calçots [cebolla alargada, a la plancha], pringándose si es preciso. Manifiesta que los motoristas tienen razón con sus recientes manifestaciones contra los quitamiedos, "pero sólo con quitarlos no se resuelve el problema". Que el caracol es feo, como las ancas de rana, pero sabroso. Que agradece trabajar con un ministro del Interior como Rubalcaba, "Alfredo es un tío que ironiza, que relativiza". Y reconoce que sí, que alguna multa le han puesto, "pero de aparcamiento".

Navarro tiene coche, procura usarlo sólo para viajar, y tira de moto: "Como buen catalán, he crecido en una cultura de motos". Derby, Ducati y Vespino son sus tres referencias de adolescencia. El camarero llega ofreciendo postres y Navarro, no lo duda: "Mejor otra copa de vino".

Pere Navarro come calçots en Casa Jorge, Madrid.CRISTÓBAL MANUEL

Restaurante Casa Jorge. Madrid

- Rovellons: 15 euros

- Caracoles a la Llauna: 8,20

- Pan con anchoas: 10,80

- Calçots: 30

- Botella de vino Cune: 12,95

- Cafés: 6,30

Total: 89 euros con IVA

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