16ª jornada de Liga

Vela, contra todos

Osasuna tiene dos dimensiones. Con Carlos Vela y sin él. A sus 18 años, el mexicano demostró por qué Arsène Wenger le fichó con 16. Cedido por el Arsenal a Osasuna hasta junio, visitó el Bernabéu en calidad de extremo izquierdo. En los primeros 50 minutos provocó siete faltas laterales y remató dos veces entre los tres palos. Es un zurdo constante, rápido, hábil y astuto para moverse. Fue un incordio para la defensa del Madrid, principalmente para Sergio Ramos. El sevillano tardó en comprender que contra este adversario era preciso poner más atención o llegaría siempre tarde. Tras padecer un s...

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Osasuna tiene dos dimensiones. Con Carlos Vela y sin él. A sus 18 años, el mexicano demostró por qué Arsène Wenger le fichó con 16. Cedido por el Arsenal a Osasuna hasta junio, visitó el Bernabéu en calidad de extremo izquierdo. En los primeros 50 minutos provocó siete faltas laterales y remató dos veces entre los tres palos. Es un zurdo constante, rápido, hábil y astuto para moverse. Fue un incordio para la defensa del Madrid, principalmente para Sergio Ramos. El sevillano tardó en comprender que contra este adversario era preciso poner más atención o llegaría siempre tarde. Tras padecer un segundo desborde, de rabona y en el área grande, le apuntó la matrícula. Decidido a marcar su territorio, esperó a que Vela recibiera el balón y le rascó la espinilla. Entonces, Vela decidió que había llegado el momento de cambiar de banda y hostigar a Marcelo. Si hubiera contado con apoyos más claros, el Madrid habría pasado una mala noche. No fue así y el pobre mexicano debió enfrentarse por su cuenta a Ramos, Pepe, Marcelo y Cannavaro.

Mientras Vela exploraba los resquicios de la zaga madridista, Ricardo revivía su pasión particular con Van Nistelrooy. El portero de Osasuna ya tranquilizó a su ex compañero en el Manchester después de que le metiera un hat trick, no fuera que sufriese el cargo de conciencia: "Si me tienen que meter un gol, es mejor que sea un conocido".

Van Nistelrooy repitió con Ricardo. Fue a la salida de una falta lanzada por Sneijder. Cuando se entienden, fabrican dinamita. Sneijder se convirtió en uno de los pocos que le han puesto un centro para que cabecee. A pesar de su estatura, el 9 no es un tigre por arriba. Ayer se elevó por encima de su marcador y enchufó el remate junto al poste. Como un especialista. El centro viajó con tanta tensión, con tanta rosca, que sólo tuvo que poner la frente. En señal de agradecimiento y en virtud de la telepatía que los conecta, en el segundo tiempo Van Nistelrooy dejó un balón dulce al borde del área. Sneijder lo recogió con uno de sus tiros envolventes, pegándole de abajo arriba, para superar a Ricardo con una parábola. Fue un gran gol. Vela lo vio solo y exhausto.

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