Reportaje:talentos

La mayor estrella pop del islam

El musulmán Sami Yusuf es un ídolo desde Marruecos hasta Kuala Lumpur

Es un musulmán devoto que no bebe alcohol, reza cinco veces al día y dedica muchas de sus canciones a la gloria de Alá. Sami Yusuf, nacido iraní hace 27 años pero criado en el Reino Unido, quizá no sea un profeta en su tierra de adopción -donde su nombre todavía es poco conocido-, pero ha logrado convertirse en todo un ídolo de la música en el mundo islámico, desde Marruecos hasta Kuala Lumpur.

La revista Time lo ha proclamado "la mayor estrella del rock del islam" y las ventas de los dos discos lanzados al mercado hasta la fecha, Al Mu'allim (2003) y My Ummah (2005...

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Es un musulmán devoto que no bebe alcohol, reza cinco veces al día y dedica muchas de sus canciones a la gloria de Alá. Sami Yusuf, nacido iraní hace 27 años pero criado en el Reino Unido, quizá no sea un profeta en su tierra de adopción -donde su nombre todavía es poco conocido-, pero ha logrado convertirse en todo un ídolo de la música en el mundo islámico, desde Marruecos hasta Kuala Lumpur.

La revista Time lo ha proclamado "la mayor estrella del rock del islam" y las ventas de los dos discos lanzados al mercado hasta la fecha, Al Mu'allim (2003) y My Ummah (2005), han vendido más de cuatro millones de copias.

"No queremos que la gente se convierta, sólo que no nos tenga miedo"

"Mis fans me ven como una representación de sí mismos, no de Osama Bin Laden", es su declaración de intenciones para confrontar la percepción negativa del islam que atribuye a partes iguales a ciertos medios occidentales y a los musulmanes más radicalizados. Compositor y arreglista, además de intérprete, su repertorio combina las clásicas melodías orientales con influencias de Occidente, que incluyen el hip-hop.

Las letras de Yusuf están impregnadas de sus creencias religiosas, pero también abordan el hecho de ser musulmán hoy. Tratan problemas sociales y humanitarios (desde el sida hasta la masacre en la escuela de Beslán).

Su atuendo habitual sobre los escenarios -pantalones vaqueros y chaqueta de cuero- no gusta a los sectores más conservadores que también le reprochan que combine el inglés con el árabe en sus temas. Pero viene arrastrando llenos totales en sus giras por varios países europeos, Oriente Medio, Estados Unidos y Canadá. El concierto más reciente se celebró a finales de octubre en la londinense Wembley Arena, una gala organizada para recaudar fondos de ayuda a la región sudane-sa de Darfur y que abarrotaron 10.000 personas. "He actuado ante grandes multitudes, pero Wembley es especialmente simbólico para mí, representa el verdadero espíritu del público británico y sobre todo de los musulmanes británicos". Un espíritu que se resume en el orgullo de las propias raíces y un tajante rechazo a "todos aquellos que incitan al odio, ya sean musulmanes o cristianos".

"Muchos jóvenes están atravesando una crisis de identidad, y ahí es donde gente como yo les dice que puedes ser británico, ser musulmán, estar a la última... y no tienes que elegir entre una cosa y otra", sostiene.

Admite, sin embargo, que sus propios recelos a los excesos del mundillo del show business le hicieron dudar de emprender una carrera musical. Su familia, de origen azerí, abandonó Teherán cuando él tenía tres años para instalarse en Londres, donde Yusuf vivió su infancia y juventud en un barrio de clase media. A los 16 años se sumió en un "periodo de espiritualidad" que le llevó a abrazar un islam más comprometido. Se aficionó a la música en casa -su padre es un notable composi-tor-. Aprendió violín, piano, los clásicos instrumentos persas, y acabó recalando en la Royal Academy, que abandonó por su acusado elitismo.

La salida a la venta de su primer álbum, producido por su propio sello Awakening, bastó para convertirle en una superestrella entre los musulmanes, que consumen ávidamente sus vídeos musicales. El artista ha optado por una iconografía variada, que tanto le muestra en un autobús de dos pisos cediendo el asiento a una anciana como cantando ante el grupo de alumnos de una escuela coránica. Orgulloso de su condición de musulmán británico, vive a caballo entre Londres y El Cairo con su mujer, Maryam, una alemana convertida al islam que le inspiró una canción sobre la libertad de llevar el hiyab. Entre sus proyectos inmediatos, que incluyen nuevo disco el próximo año, destaca la creación de una fundación, Exploring Islam, con el objetivo de combatir los prejuicios que, según él, lastran su religión. "No queremos que la gente se convierta, sólo que no nos tenga miedo", resume convencido de que lo que el islam necesita es una buena campaña de marketing.

El cantante Sami Yusuf, durante su actuación en el Festival Casa Music de Casablanca, el pasado 19 de julio.AFP
Una fan fotografía al cantante británico durante su concierto en Le Coupole, Argelia, el 5 de octubre.AFP

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