Reportaje:Fútbol | Fase clasificatoria para la Eurocopa de 2008

Un toque de estilo

España encauzó su victoria en Dinamarca con una idea muy seductora del juego, la que distingue a jugadores como Xavi, Iniesta y Cesc - La nómina de arietes es muy reputada y los problemas son defensivos - La selección tiene argumentos para que las estridencias personales no contaminen el debate futbolístico

Pocas victorias pueden resultar más sedantes que la obtenida por España en Dinamarca justo cuando la selección apuntaba a una catarsis total. En Aarhus, al borde del precipicio en la clasificación para la Eurocopa, el equipo de Luis no sólo logró el objetivo primordial, ganar, sino que lo hizo con un trazo muy seductor, a partir del toque de distinción de la escuela azulgrana, que predomina en el fútbol español desde el contagio del dream team y el efecto mimético de un jugador como Guardiola. Más allá de su inmenso valor como futbolista, el cuatro por excelencia hizo que cuajara...

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Pocas victorias pueden resultar más sedantes que la obtenida por España en Dinamarca justo cuando la selección apuntaba a una catarsis total. En Aarhus, al borde del precipicio en la clasificación para la Eurocopa, el equipo de Luis no sólo logró el objetivo primordial, ganar, sino que lo hizo con un trazo muy seductor, a partir del toque de distinción de la escuela azulgrana, que predomina en el fútbol español desde el contagio del dream team y el efecto mimético de un jugador como Guardiola. Más allá de su inmenso valor como futbolista, el cuatro por excelencia hizo que cuajara un estilo, el del centrocampista clarividente, liviano, profundo, imaginativo, guardián de la pelota. Del mismo molde surgieron Xavi, Iniesta y Cesc. Este último, esculpido desde juvenil por Arsène Wenger, el técnico con mejor gusto en el fútbol británico. En el mismo que se ha matriculado con éxito Xabi Alonso, que a las órdenes de Rafa Benítez ha fortalecido las piernas, pero no ha perdido capacidad para tejer el juego con armonía y precisión. Y siempre estará Guti, más asentado que nunca en el Madrid. Como Silva en el Valencia y Riera en el Espanyol. No hay selección capaz de reclutar jugadores con tanta destreza. Ésa es la gran baza que debe jugarse España. Cualquier otra resultaría artificiosa porque no hay cesto con otros mimbres.

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Además, todos los jugadores de este corte se alinean en clubes del máximo nivel competitivo. Con España, Xavi hace tiempo que es un pretoriano, Iniesta por fin se siente con galones tras un curso magnífico y a Cesc sólo le resta lo que le faltaba al manchego azulgrana: la confianza que da la continuidad. Desde luego, desparpajo no le puede faltar a un chico que se busca la vida en Londres desde los 16 años y que ha sido capaz de relevar a Henry en la jefatura del Arsenal.

A la abundancia de excelentes centrocampistas España puede añadir una reputada nómina de delanteros. Raúl, Torres, Villa, Tamudo -militante de este estilo por su química con Iván de la Peña, otro pope de la academia cruyffista-, Luis García, Morientes.... El potencial español está de medio campo hacia arriba. Otra cosa es la defensa, muy rebajada. Casillas, Sergio Ramos y Puyol lideran con extraordinaria solvencia una línea sin mayores garantías. España no produce defensas, se han extinguido, y hace años que rastrea sin éxito un lateral izquierdo mientras las parejas de Puyol se suceden una tras otra. En Aarhus, Casillas se sintió demasiado exigido en cuanto los daneses aumentaron el voltaje. A las dificultades de los centrales españoles para contrarrestar el juego sin techo de los escandinavos se suman las que tienen para dar salida al juego y enlazar con sus exquisitos medios. Albelda, necesario para equilibrar algunos partidos muy concretos, no es mejor solución que Xabi Alonso. Luis tiene tajo con su retaguardia, pero no hay selección en el universo que pueda presumir de todas sus líneas

A un paso de la Eurocopa 2008 -a España podría valerle un empate en los dos partidos que le restan-, la selección tiene la oportunidad de ensayar su idea del primer acto en campo danés, tiempo en el que selló la victoria. De paso, el seleccionador ya tiene motivos para el sosiego y la reconciliación con el entorno y la hinchada. España no puede ser un volcán permanente. Tiene argumentos suficientes para que el fútbol sea la matriz del debate. Sobran las estridencias personales.

Iniesta intenta un remate de chilena en el partido de España contra Dinamarca.REUTERS

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