Columna

El Primado

Al levantarse, el Primado hizo un estiramiento algo pagano y se le escapó un bostezo animista ante la ventana, enmarcado en el nuevo día, en un nuevo afán. El leve crujir de la madera bajo los pies desnudos le devolvió, contra su voluntad, a una imagen perturbadora, que le había asaltado el día anterior. La desaparición del hielo en el Ártico. Pocas noticias en la vida le habían inquietado tanto. Algo se resquebrajaba, como un casquete polar, en su cabeza. Quiso creer que eso mismo le estaba pasando en el planeta a cada ser humano. E intuía que cada ser humano estaba pensando lo mismo que él. ...

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Al levantarse, el Primado hizo un estiramiento algo pagano y se le escapó un bostezo animista ante la ventana, enmarcado en el nuevo día, en un nuevo afán. El leve crujir de la madera bajo los pies desnudos le devolvió, contra su voluntad, a una imagen perturbadora, que le había asaltado el día anterior. La desaparición del hielo en el Ártico. Pocas noticias en la vida le habían inquietado tanto. Algo se resquebrajaba, como un casquete polar, en su cabeza. Quiso creer que eso mismo le estaba pasando en el planeta a cada ser humano. E intuía que cada ser humano estaba pensando lo mismo que él. La desaparición del hielo en el Ártico no era un fenómeno natural, sino la consecuencia de una relación inmoral con la naturaleza. Los icebergs desgajados tenían la forma de muelas caídas por la codicia. Era un pecado que lo desbordaba. Nunca había imaginado un pecado así. La desaparición del Ártico. Leía más de los que algunos simples creían y por algo la Curia lo había elegido miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe. De algún lado recóndito de las lecturas, de una colección de últimas cartas, acudía a su memoria un verso que ahora le sonaba como el eco de una extraña oración: "Parece que el hielo se ha movido". Sin embargo, no hablaría de la desaparición del hielo ante los micrófonos. Ni en la homilía. No habría documento episcopal sobre el Ártico. Ese apocalipsis se lo dejaban a Al Gore. ¿Qué diría la gente, sus locutores? "¡A monseñor le ha dado ahora por el Polo Norte!". No. Él se había ido especializando en apocalipsis locales que administraba con rigor, siguiendo no el santoral sino el calendario político. La asignatura de civismo pone en evidencia el "peligro de totalitarismo" que representa el Gobierno español. La unión de homosexuales "contradice la naturaleza de las cosas". La Iglesia española sufre persecución y los poderes y los medios están "dispuestos a despedazarla". Los "ultranacionalismos" amenazan como nunca la unidad de la nación española. La Ley de Memoria Histórica "es un proyecto de enfrentamiento". Isabel la Católica (la de 1492) es un "modelo de fe para España". Camino de los micrófonos, el Primado, al fin, sonrió: todo iba magníficamente mal sobre la Tierra.

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