Crónica:VUELTA 2007

Una etapa surrealista

La lluvia y el granizo permiten la primera escapada, con triunfo de Klier

Hubo que llegar al sur para que lloviera por primera vez en la Vuelta. Para que cayera el diluvio, incluso, en los páramos de Murcia. Para que granizase en la segunda mitad del recorrido e hiciera un viento de costado que animó al Caisse d'Épargne a formar el primer abanico.

Hubo que llegar al sur para que se rompiese la monotonía, para que se demostrase que es posible fugarse de la cárcel del pelotón, de la dictadura de los velocistas, y para vivir el primer sprint atípico de la carrera. Luchaban un chico de 22 años, holandés, Stamsnidjer, altísimo y grandullón, y un veterano de...

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Hubo que llegar al sur para que lloviera por primera vez en la Vuelta. Para que cayera el diluvio, incluso, en los páramos de Murcia. Para que granizase en la segunda mitad del recorrido e hiciera un viento de costado que animó al Caisse d'Épargne a formar el primer abanico.

Hubo que llegar al sur para que se rompiese la monotonía, para que se demostrase que es posible fugarse de la cárcel del pelotón, de la dictadura de los velocistas, y para vivir el primer sprint atípico de la carrera. Luchaban un chico de 22 años, holandés, Stamsnidjer, altísimo y grandullón, y un veterano de 31, alemán, Klier, más enjuto, que habían vivido escapados durante 160 kilómetros, junto al francés Roy, al que engañaron a las puertas de la meta.

Todo fue un poco surrealista: Stamsnidjer pinchó en el tramo final, lo que parecía que le dejaba sin opciones. Atacó Roy, le siguió Klier, se fue después Klier y cuando parecía inalcanzable llegó el holandés de nombre impronunciable, que había pinchado, y atacó de nuevo, y cazó a Klier, el veterano, que a poco de meta se giró calmoso, con las manos fuera del manillar, para ver la cara de su oponente. Y su oponente aprovechó para atacar, pero Klier le volvió a cazar y le batió con comodidad.

Todo muy raro. Raro como el día, como el ataque final del Caisse d'Épargne, que animó la ruta, aunque para nada, salvo para romper la monotonía. Menos raras fueron las caídas que magullaron a Devolder o a Zabel, entre otros. Y las habituales deserciones mirando a los Mundiales, ayer las de Boonen y Rebellin y el español Florencio. Todo previsto. Nada que afecte al desenlace de la Vuelta. Ni a su emoción.

Y hubo que venir al sur para que hablara Alejandro Valverde. En Murcia, en su tierra. Pero no dijo nada, que no fuera mostrar su extrañeza por la actitud de la UCI -le ha vetado en los Mundiales de Stuttgart por su supuesta implicación en la Operación Puerto- y asegurar que sigue entrenándose cuatro horas diaria. Y que no está en la Vuelta porque ya ha tenido dos picos de forma en la temporada. El tercero se lo guarda para Stuttgart, aunque la polémica continúa. Y luego dejó de llover.

El alemán Klier, el francés Roy y el holandés Stamsnidjer en un momento de la etapa.EFE

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