Reportaje:GENTE

Cécilia, la díscola

Polvareda por la ausencia de la esposa de Sarkozy en la casa de los Bush

Su última ausencia ha levantado una polvareda entre los franceses. Una preocupación más para su marido, el presidente francés Nicolás Sarkozy que el pasado 14 de julio confió a un grupo de periodistas: "en el fondo, mi única preocupación es Cécilia". Y la prensa francesa, que la califica como "un enigma" o "la insumisa", se hizo ayer eco.

El pasado sábado él llegó a una invitación en la casa de verano de la familia Bush, en Kennebunkport (Maine) con media hora de retraso. Y solo. "Tiene anginas, soy yo quien la ha contagiado", dijo con una sonrisa forzada. El matrimonio francés veranea ...

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Su última ausencia ha levantado una polvareda entre los franceses. Una preocupación más para su marido, el presidente francés Nicolás Sarkozy que el pasado 14 de julio confió a un grupo de periodistas: "en el fondo, mi única preocupación es Cécilia". Y la prensa francesa, que la califica como "un enigma" o "la insumisa", se hizo ayer eco.

El pasado sábado él llegó a una invitación en la casa de verano de la familia Bush, en Kennebunkport (Maine) con media hora de retraso. Y solo. "Tiene anginas, soy yo quien la ha contagiado", dijo con una sonrisa forzada. El matrimonio francés veranea en una lujosa residencia en Wolfeboro, a 80 kilómetros de Kennebunkport. En realidad era Cécilia la invitada. Para evitar problemas de protocolo -un presidente que invita a otro- había sido Laura Bush la que invitó a Cécilia Sarkozy durante la última reunión del G8 en Alemania. Pero la imprevisible primera dama francesa dijo que no sólo hora y media antes.

No es su primera desaparición. El día que fue elegido su marido, no fue a votar. Luego, a lo largo de la noche, tardó en reaparecer y cuando lo hizo tenía la mirada vacía. Durante el G-8, que duraba dos días, Cécilia se largó antes de 24 horas. Y el 14 de julio le dejó plantado en el gran concierto que él organizó en la torre Eiffel.

El pasado domingo, la supuesta convaleciente de unas anginas se paseaba por Wolfeboro acompañada de dos amigas. Al mismo tiempo, su marido hacía footing rodeado de guardaespaldas, nada menos que siete. Su actitud ha generado una buena cantidad de artículos sobre una primera dama muy distinta de sus predecesoras. Las preferencias de Cécilia pueden crear problemas diplomáticos. No es frecuente que una primera dama le diga a sus equivalentes que la aburren. Ella prefiere charlar con la responsable de comunicación de Prada, que es la que les ha prestado la mansión en EE UU. Nadie sabe de qué, pero todo el mundo sospecha que no sean las mismas de las que habla -24 horas sobre 24- el infatigable Nicolas.

Cécilia Sarkozy.

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