Análisis:A LA PARRILLA

La agenda

Ya es coincidencia: mientras informativos y magacines tronaban con el excitante apagón de Barcelona, en Jericho, serie estrella de Tele 5, sus habitantes padecían un no menos inquietante apagón. Esto es estar en la onda. Con matices: en Jericho imaginaban a marcianos y terroristas como responsables, mientras en Barcelona se daban de bruces con el no sabe no contesta de Fecsa y con el balbuceo del ex ministro socialista Luis Atienza, responsable de Red Eléctrica Española (en todos los informativos televisivos). Apagones para todos los gustos. Esto es la tele: en su agenda sólo la ...

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Ya es coincidencia: mientras informativos y magacines tronaban con el excitante apagón de Barcelona, en Jericho, serie estrella de Tele 5, sus habitantes padecían un no menos inquietante apagón. Esto es estar en la onda. Con matices: en Jericho imaginaban a marcianos y terroristas como responsables, mientras en Barcelona se daban de bruces con el no sabe no contesta de Fecsa y con el balbuceo del ex ministro socialista Luis Atienza, responsable de Red Eléctrica Española (en todos los informativos televisivos). Apagones para todos los gustos. Esto es la tele: en su agenda sólo la realidad supera la ficción.

El Tomate lleva un carrerón en lo de marcar la agenda colectiva española. "El fiscal general nos ve", decía, insinuante y modosa, Francine Gálvez que, cómplice, añadía: "Me callo, en boca cerrada no entran moscas". Y, a continuación, daba paso al nuevo capítulo del culebrón del secuestro de la revista El jueves: la portada de su nueva edición, la previa de la declaración ante el juez del dibujante y el editor, todo ello aderezado con imágenes muy vistas de los príncipes de Asturias. Una mezcla con morbo. Es el típico estilo Tomate: tirar la piedra, esconder la mano. Todas las cadenas y diarios siguen el tema desde que el lunes los tomateros enseñaron un buen rato la portada de la revista. Esta vez, el gran negocio lo han hecho los de El jueves, cuyo dudoso gusto va como anillo al dedo a la estética cínica del Tomate. Dios los cría, ellos se juntan y si pica algún incauto juez o fiscal, sonríen: ¡bingo! La caricatura más zafia se convierte en tema del día y de la semana.

Así es como el Tomate, un enlatado con 2.600.000 espectadores en pleno verano que podría ahorrarse los presentadores y el directo, puede llegar a marcar la agenda de la cháchara pública y presumir de ser paladín de la libertad de expresión. ¡Acabáramos! Si a la gente le gusta la basura, ¿qué le vamos a hacer? Por cierto, ahora mismo hay pocos programas más políticos que Aquí hay tomate.

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