Crónica:TOUR 2007

La ley del sadismo y el pobre Wiggins

Freire, de nuevo segundo en una etapa lentísima en la que el pelotón aprovecha para masacrar al rodador inglés

Finalmente, el anticiclón de las Azores se ha hartado de mosquear a los franceses y ha empezado a actuar, pero Klöden no se puede poner de pie en la bicicleta. Dos proposiciones que traducidas al lenguaje ciclista significan, más o menos, que uno de los grandes favoritos lo tiene bastante difícil ahora que el Tour ha entrado en calor.

Y hoy, primer col alpino. Pero antes, ayer, un ejercicio de sadismo. Y no con Vinokúrov de protagonista, eso sería más bien masoquismo, ni con Freire, víctima de las contradictorias necesidades de dos partes muy importantes de su cuerpo. Vinokúrov, 15 punt...

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Finalmente, el anticiclón de las Azores se ha hartado de mosquear a los franceses y ha empezado a actuar, pero Klöden no se puede poner de pie en la bicicleta. Dos proposiciones que traducidas al lenguaje ciclista significan, más o menos, que uno de los grandes favoritos lo tiene bastante difícil ahora que el Tour ha entrado en calor.

El cántabro fue tras el más rápido, Boonen, pero de poco le valió; hoy vuelve a casa

Y hoy, primer col alpino. Pero antes, ayer, un ejercicio de sadismo. Y no con Vinokúrov de protagonista, eso sería más bien masoquismo, ni con Freire, víctima de las contradictorias necesidades de dos partes muy importantes de su cuerpo. Vinokúrov, 15 puntos y una tirita en las rodillas, terminó la etapa, puro histrión, él que ama los silencios; y Freire, como el jueves, segundo, maldición, lo que le llevó a anunciar que hoy se va a casa, ya que estamos cerca de la frontera suiza.

Algunos, como Eusebio Unzue, director del Caisse d'Épargne, hablan de "adaptación a las nuevas condiciones médico-fisiológicas del Tour". Puro eufemismo. Otros, como Jalabert, ex corredor, ahora sabio comentarista de televisión, lo definen como la "terrible malignidad" del pelotón. Txente, histórico corredor del Tour (va por el undécimo), es más directo: "Hay mucha mala leche". Los tres hablaban de la situación del ciclismo, de cómo se gestionan las fugas en este Tour tan lento -la media no alcanza los 40-, tan poco combativo. Y lo que ocurrió ayer, la mema fuga de Bradley Wiggins, fue la reducción al absurdo.

La "responsabilidad" que alaba Unzue -"este año será imposible que se den situaciones como el año pasado, como la media hora de Pereiro"- no es sino la conjura de un grupo de equipos -el clan de los 11, los increíbles, los señalados por los ocho creíbles- para evitar que ningún intento de los creíbles tenga éxito. "Vale, vale, ellos lograron el jueves que los comisarios frenaran a los coches para que Vinokúrov no pudiera enlazar, pero bien que nos pusimos de acuerdo todos para evitar que llegara la fuga de Chavanel y Gilbert", refería un director de los increíbles: así es el mundo.

Pero a todo esto -una explicación de por qué no hay pelea en las primeras horas, como antes, de qué la fuga se forma a la primera, de por qué los seis primeros del top ten de fugados, Chavanel, Ladagnous, Vogondy, Wiggins, Augé y Hervé, son corredores de equipos franceses-, además, hay que añadirle unas gotitas de sadismo, como bien pudo comprobar ayer el pobre Wiggins.

A Wiggins, ciclista del Cofidis, campeón olímpico de persecución, le dejaron irse en el kilómetro 2. Mejor dicho, le obligaron: cuando el ucranio Grivko intentó unírsele, le disuadieron de inmediato. Además, le dieron cuerda para que se ahorcara mejor: pese a no pasar de 37 por hora, en la primera hora el rodador inglés ya tenía 11m 20s de ventaja; en el kilómetro 57, el máximo 17m 30s. Qué horror. Qué calor por las planicies. Qué soledad. Entonces, en ese momento, el pelotón empezó a jugar con él. Efecto yo-yo. Aceleraban detrás, bajaban a 8m la desventaja, Wiggins empezaba a creer en el final de su tortura, e inmediatamente se frenaban. Otra vez más de 10 minutos, otra vez a esperar. A falta de 30 kilómetros fue aún peor: el pelotón, en un alarde de caridad, se había acercado por debajo del minuto: a los 20 kilómetros, otra vez dos. Y el pobre Wiggins se volvía, ¿por qué me dejan sufrir en solitario? "A mí me hacen eso y me siento en la cuneta y a esperar que me cojan", dice Txente. Wiggins, ingenuo, se esforzó por mantener el tipo. Y ni siquiera maldijo cuando le superaron a falta de siete kilómetros. Ya iban lanzados al sprint, ya estaba Freire saltarín por delante.

El forúnculo no deja vivir al de Torrelavega, pero las piernas le obligan a seguir. Ayer no se equivocó de rueda, se puso detrás del más rápido, Boonen, pero de poco le valió. Con un par de requiebros el bello belga le sacó, le obligó a reimpulsarse, le batió, le deprimió. "Necesito reposo, llegar bien al Mundial", dijo Freire. Hoy los Alpes comienzan por la Colombière. Se medirá a Vinokúrov. Se teme al kazajo. Como dijo Bruyneel, director de Contador: "El animal salvaje herido es el más peligroso".

El pelotón, estirado durante la etapa de ayer.REUTERS

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