Necrológica:

Joan MacKenzie, cantante e impulsora de la cultura gaélica

Obtuvo el premio del festival Royal National Mod cuatro años consecutivos

Joan MacKenzie, una de las cantantes que más lucharon por preservar la tradición en lengua gaélica durante toda la segunda mitad del siglo XX, falleció a los 77 años el pasado 13 de mayo en Edimburgo.

Proveniente de una familia marinera, Joan MacKenzie recuperó docenas de antiquísimas canciones tradicionales, en los años en que el uso del gaélico estaba peor visto por los poderes públicos escoceses.

El sonido arcaico, lánguido y misterioso de la lengua gaélica es muy familiar entre los aficionados al folclor de las islas gracias a las voces de Karen Matheson (Capercaillie), Máire...

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Joan MacKenzie, una de las cantantes que más lucharon por preservar la tradición en lengua gaélica durante toda la segunda mitad del siglo XX, falleció a los 77 años el pasado 13 de mayo en Edimburgo.

Proveniente de una familia marinera, Joan MacKenzie recuperó docenas de antiquísimas canciones tradicionales, en los años en que el uso del gaélico estaba peor visto por los poderes públicos escoceses.

El sonido arcaico, lánguido y misterioso de la lengua gaélica es muy familiar entre los aficionados al folclor de las islas gracias a las voces de Karen Matheson (Capercaillie), Máire Brennan (Clannad), Maíread Ní Domhnaill (Relativity, Nightnoise) o Aoife Ní Fhearraigh, entre otras muchas. Pero ese legado milenario apenas habría conocido plasmación musical de no ser por el trabajo artesanal, y a veces casi heroico, de folcloristas como MacKenzie.

Seonag NicCoinnich, que tal era su nombre en la lengua materna, nació en Stornoway, un pueblo remoto de la pequeña isla de Lewis, en el archipiélago occidental escocés, y aprendió canciones y leyendas tradicionales de boca de su madre y su abuela.

La llamaban la última de las cantantes isleñas, y tal fue su excepcionalidad que terminaría siendo becada por la Universidad de Edimburgo para que preservara aquellas melodías aprendidas a través de la frágil transmisión oral.

Nunca le dio demasiada importancia a su trabajo, sobre todo porque padecía miedo escénico y racionó con severidad sus apariciones en público. Pero las ancestrales tonadas de marineros, emigrantes o amores que se desvanecen sobrevivieron gracias a su participación en ceilidhs (las típicas fiestas celtas) y al empeño del editor Calum MacLean.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Joan se mudó a Glasgow como profesora de primaria, y allí consolidó su leyenda: durante cuatro años consecutivos obtuvo el trofeo a la mejor cantante tradicional en el Royal National Mod, el más importante festival de cultura gaélica. En 1955, la reina madre Isabel le concedió una medalla de oro por su contribución a la cultura popular.

Durante los años cincuenta y sesenta, muchas de sus interpretaciones se harían famosas a través del programa de Fred MacAulay para la BBC. Grabó dos discos para uno de los sellos pioneros del folk británico, Gaelfonn, y también dejó su impronta en un grupo femenino, las Edin Singers. Pero el terror a los escenarios propició que fuera relegando la música por una ocupación bien distinta: la venta de vinos de alta gama en una tienda de Edimburgo. En 1956 se casó con Roddy MacLeod, con quien tuvo tres hijos.

Su voz sabia y humilde puede escucharse en formato digital desde hace no mucho. Fue la discográfica Greentrax la que, en 1999, rescató 21 de sus grabaciones clásicas para la BBC y la Escuela de Estudios Escoceses de la Universidad de Edimburgo. La misma que, medio siglo atrás, le había regalado un magnetófono para que atrapara canciones marineras en la remota isla de Lewis.

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