Crítica:FERIA DE CÓRDOBA

Emocionante alternativa

La alternativa de Julio Benítez fue realmente emotiva. Finito de Córdoba, padrino de la ceremonia, llamó al padre del toricantano, Manuel Benítez El Cordobés, que estaba en el callejón en mangas de camisa y calzando unos botines blancos. Lo hizo salir a la arena, le cedió los trastos y el veterano torero, preso por la emoción y con la plaza puesta en pie, hizo matador de toros a su hijo en una curiosa alternativa que ya forma parte de los anales del anecdotario taurino. Cuando ambos se fundieron en un largo abrazo, los tendidos le dedicaron una atronadora ovación de cariño.

Momentos des...

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La alternativa de Julio Benítez fue realmente emotiva. Finito de Córdoba, padrino de la ceremonia, llamó al padre del toricantano, Manuel Benítez El Cordobés, que estaba en el callejón en mangas de camisa y calzando unos botines blancos. Lo hizo salir a la arena, le cedió los trastos y el veterano torero, preso por la emoción y con la plaza puesta en pie, hizo matador de toros a su hijo en una curiosa alternativa que ya forma parte de los anales del anecdotario taurino. Cuando ambos se fundieron en un largo abrazo, los tendidos le dedicaron una atronadora ovación de cariño.

Momentos después, el chaval no fue capaz de mantener la tensión vivida, a pesar de que el toro, nobilísimo y repetidor, era ideal para el triunfo. Dio muchos pases de escasa calidad, y a toda su labor le faltó quietud y le sobraron prisas. Al final, el toro se rajó, cansado, quizá, de un toreo tan anodino. Muy soso y descastado fue el toro sexto, y el joven torero sólo pudo evidenciar voluntad y ganas de agradar.

Hernández / Finito, Cayetano, Benítez

Cuatro toros de Domingo Hernández. Desiguales, blandos y sosos. Dos toros de Román Sorando. Primero y segundo, justos de presentación, flojos y nobles. Finito de Córdoba: Oreja y ovación tras aviso. Cayetano: Ovación y gran ovación. Julio Benítez: Oreja y ovación tras aviso. Plaza de Toros de Córdoba. 25 de mayo. Corrida de Feria. Más de media entrada.

Mejores momentos vivió Finito, quien, al cabo de los años, sigue contando con el fervor de sus paisanos. Es lógico, por otra parte, que en esta plaza haga un esfuerzo extraordinario para responder al afecto que recibe. Ya no está Finito para faenas macizas y conjuntadas. Su presencia en el ruedo destila precaución en la misma medida que suprema elegancia cuando decide olvidarse del mundo y torear como sabe. Es, sin duda, un privilegiado artista al que no ha acompañado la ambición. Así, mal colocado y ventajista, dibujó derechazos grandiosos y deslumbrantes, sueltos y solitarios, pero todos pequeños monumentos al arte del toreo. Aún tuvo aire para firmar algún largo y hondo natural y dejar la miel sabrosísima en los labios de sus amados cordobeses. También se esforzó en el cuarto, de muy poca clase, del que se defendió y al que robó un par de estimables muletazos que no llegaron a calar.

Si algo define a Cayetano es su personalidad y la pureza de su toreo. A pesar de ello, no se acopló con su novillete primero, al que pasó sin quietud, sin gracia ni elegancia, y mejoró en el quinto, al que recibió con unas templadas verónicas con las manos muy bajas. La escasa codicia de su oponente sólo le permitió trazar algunos muletazos que no evitaron que a la faena le faltara peso e interés.

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