Crónica:la crónica | Elecciones 27M

El duelo más atractivo: Alborch contra Barberá

Resulta difícil imaginar a Carmen Alborch y a Rita Barberá, al mismo tiempo, en la misma casa, el Ayuntamiento de Valencia, pero ese es, precisamente, uno de los duelos electorales más atractivos de esta campaña y uno de los enfrentamientos municipales más interesantes que se pueden dar en toda España, en la próxima legislatura.

Carmen Alborch, ex ministra de Cultura, socialista, 59 años, desafía a la alcaldesa de Valencia, 58 años, conservadora, y lo hace en la calle, el territorio de Barberá desde hace más de tres legislaturas. Es una batalla difícil porque enfrenta, aquí sí, a dos mo...

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Resulta difícil imaginar a Carmen Alborch y a Rita Barberá, al mismo tiempo, en la misma casa, el Ayuntamiento de Valencia, pero ese es, precisamente, uno de los duelos electorales más atractivos de esta campaña y uno de los enfrentamientos municipales más interesantes que se pueden dar en toda España, en la próxima legislatura.

Carmen Alborch, ex ministra de Cultura, socialista, 59 años, desafía a la alcaldesa de Valencia, 58 años, conservadora, y lo hace en la calle, el territorio de Barberá desde hace más de tres legislaturas. Es una batalla difícil porque enfrenta, aquí sí, a dos modelos políticos radicalmente distintos pero casi igualmente populares. Y porque el esfuerzo es enorme: Alborch necesita no sólo pasar, como mínimo, de 12 a 15 concejales, sino también que Barberá pierda tres de los 19 con que cuenta ahora.

Las dos se tratan con guante blanco (nada de ataques personales ni de dar leña, como algunos les piden) pero las dos disputan palmo a palmo el terreno. Alborch ha demostrado que es la única candidata capaz de hacer bajar al ruedo a Barberá. Si el PP pretendía dar en Valencia una batalla de perfil bajo, buscando, precisamente, no "despertar" al electorado del PSOE, se ha encontrado con alguien a quien no le va, en absoluto, ese tipo de campaña (nada que ver con la que hace Ignasi Pla, el candidato socialista que disputa la presidencia de la Generalitat al popular Francisco Camps, mucho más mortecina, aunque quizás menos imposible).

De momento, Carmen Alborch se pasea por la ciudad con la imagen de la Geganta, un ninot de cinco metros que creó para ella en las últimas Fallas el artista Manolo Martín y que tuvo un éxito fulgurante. Ayer, acompañada por muñecona, acudió al parque infantil Gulliver y se tiró, disfrutando y muerta de la risa, por los toboganes diseñados por otro añorado artista fallero, Martín padre. La simpática Geganta, vestida a la última por el modisto Francis Montesinos, renueva la imaginería valenciana y representa la capacidad de Alborch de conjugar la tradición y la modernidad.

Ninot, Second Life o vídeos musicales en YouTube conviven sin problemas en la imaginativa campaña de la ex ministra, desarrollada al margen de las estructuras de su partido. Alborch cuenta con un amplio grupo de amigos y seguidores del mundo de la cultura, dispuestos a prestarle apoyo. Algunos, como el director de la Tate de Londres, Vicente Todolí, asistió el viernes a un mitin electoral cultural (por primera vez en su vida, dijo) y otros se han juntado en dos movimientos ciudadanos "Si tu vols" y "Gestos x Carmen" que le proporcionan ideas y trabajo voluntario.

Alborch no es solamente un personaje popular, sino también una política con mucha experiencia, poco dada a cometer errores. Desde su punto de vista, no basta con moverse como pez en el agua en el mundo de la cultura y de la Universidad, dos escenarios que Barberá no frecuenta, sino que hay que pelear por los votos en los barrios donde la alcaldesa arrasa. La clave de la campaña no es solo la popularidad, imprescindible, afirma, sino también convencer a los ciudadanos de que la ciudad "bosteza" y no se adapta a los tiempos que se avecinan. Su programa incluye medidas concretas para cada uno de los barrios y problemas, aunque posiblemente lo más llamativo sea la idea de una "ciudad educadora" que gire en torno al aprendizaje y a la curiosidad como base de una vida digna.

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Suceda lo que suceda en las elecciones, el PSOE y Rodríguez Zapatero tendrán que agradecer a Alborch que haya aceptado entrar en la batalla municipal para movilizar en Valencia al electorado socialista y para alejar el espectro de la abstención. No sólo el próximo día 27 sino también cara a las generales de 2008.

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