Análisis:A LA PARRILLA

Grandes mudanzas

Tele 5 estrenó el domingo La que se avecina. La procedencia de la serie es obvia. Viene de Aquí no hay quien viva, un gran éxito de Antena 3. Tele 5 entró en la productora que la servía, canceló la serie y ahora, maquillada, renace en su parrilla. El primer día fue de tanteo. El espectador tenía un entretenimiento primordial: seguir la mudanza de actores y personajes de la primera serie a la actual. Hay varios, algunos muy significados, que vienen de la anterior, y el retoque de sus personajes es tan ligero que parecen estar todavía en Aquí no hay quien viva. El asunto cen...

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Tele 5 estrenó el domingo La que se avecina. La procedencia de la serie es obvia. Viene de Aquí no hay quien viva, un gran éxito de Antena 3. Tele 5 entró en la productora que la servía, canceló la serie y ahora, maquillada, renace en su parrilla. El primer día fue de tanteo. El espectador tenía un entretenimiento primordial: seguir la mudanza de actores y personajes de la primera serie a la actual. Hay varios, algunos muy significados, que vienen de la anterior, y el retoque de sus personajes es tan ligero que parecen estar todavía en Aquí no hay quien viva. El asunto central del primer día fueron los deficientes acabados de la promoción Mirador de Montepinar, donde se instalan los vecinos de la serie. "Tendríamos que estar en la cárcel", admiten los vendedores, más timadores que comerciales.

El capítulo abundó en primeros contactos entre el vecindario, se presentaban entre ellos y se nos presentaban a nosotros. No hubo el chiste socarrón sobre la vida que tanto triunfaba en aquella serie. Las abuelas fugadas de la residencia, "antes del recuento de las nueve"; una nueva familia muy incordiante y muy de derechas; la familia ya conocida del, ahora, concejal y el poltergeist domótico apuntaron lo mejor de una noche que se hizo larga.

A propósito de vecindarios, Callejeros (Cuatro) mostró el sábado la población que sobrevive en la calle de San Francisco de Bilbao. Putas, camellos, vecinos con sentimiento de asedio u olvido, modernos con ilusiones regeneracionistas...Todos hablaron sin esconderse. Ni ellos ni la cámara. Muchos de ellos se veían tan desalojados de la vida que ni tan siquiera la breve notoriedad de salir en televisión les iba a arreglar nada. Callejeros, sin alardes ni grandes frases, está construyendo una crónica urbana a base de recoger el testimonio de unos habitantes con los que consiguen una sinceridad fraternal y, a veces, demoledora.

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