Crónica:Vela | Copa del América

Por fin

Victoria del Desafío en la primera regata de la Louis Vuitton y sonora derrota del New Zealand

Como cada día, las sirenas despedían la salida de los veleros. Como cada día, los especialistas en vientos, brisas y corrientes decían 'hoy quizás'. Como cada día, el anemómetro de la base del New Zealand marcaba unos parpadeantes 0 nudos, 1, 2, 0... Como cada día, los vips subían a los yates preparados para volver sin nada que contar. Como cada día, todos nos equivocamos, y ayer, como nunca en la semana, por fin, los barcos de la Copa del América comenzaron su lucha por hacerse un hueco en la final a través de la Copa Louis Vuitton. Entre ellos debutó el Desafío, ganador de su regata c...

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Como cada día, las sirenas despedían la salida de los veleros. Como cada día, los especialistas en vientos, brisas y corrientes decían 'hoy quizás'. Como cada día, el anemómetro de la base del New Zealand marcaba unos parpadeantes 0 nudos, 1, 2, 0... Como cada día, los vips subían a los yates preparados para volver sin nada que contar. Como cada día, todos nos equivocamos, y ayer, como nunca en la semana, por fin, los barcos de la Copa del América comenzaron su lucha por hacerse un hueco en la final a través de la Copa Louis Vuitton. Entre ellos debutó el Desafío, ganador de su regata contra el +39 en su única participación del día. Y el Mascalzone, héroe al humillar al New Zealand en el campanazo de la jornada. Ambos se enfrentarán hoy, si el viento lo permite, en el primer duelo a muerte entre los gallitos que aspiran a codearse con los mejores. O los supuestamente mejores. Suspendido el primer tramo de regatas, la organización ha decidido empezar de cero con el calendario.

Los monjes de clausura de Nueva Zelanda fueron humillados por los 'granujas' del Mascalzone
El equipo español se impuso al +39 pese a recibir una penalización en la presalida
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Faltaban 10 minutos para la salida y, sorprendentemente, esta vez el barco de los árbitros no izó la odiosa bandera rojiblanca (aplazamiento). El reloj se puso marcha atrás. Los 10 minutos se hicieron eternos tras cuatro días de espera. Parecía milagroso que hubiera viento en Valencia, pero el reloj siguió machaconamente su ritmo, segundo a segundo. Los dos primeros contendientes, el norteamericano Oracle y el alemán Team Germany, entraron en la zona de presalida. Si el inicio de regatas parecía ya un espejismo, no lo fue menos que el barco alemán, que se estrenaba en esta competición de 156 años de historia, se adelantara al Oracle en la salida. La felicidad le duró unos segundos, pero ahí queda para la historia su fulgurante inicio. Luego el Oracle se fue y acabó la regata con medio kilómetro de diferencia, con el magnate Larry Ellison a bordo.

Por si no había esperado bastante, el Desafío descansó en la primera manga y hubo de esperar unas horas para que llegara su turno. El escritor Manuel Vicent acompañó al equipo en su estreno como el tripulante 18º. Tan impaciente estaba el Desafío, que en las maniobras de presalida invadió el espacio del +39 -sí, en el mar también cada uno tiene su parcela- y fue penalizado: una vuelta sobre sí mismo de castigo. La lucha era por el lado bueno del campo de regatas, el derecho, por el que el viento había abierto un cómodo pasillo. Por ahí se coló finalmente el equipo español. Tocaba remontar, y cuanto antes. Así que Jablonski, el patrón polaco de pelo rizado, apretó las tuercas y el Desafío comenzó a volar. Se quedó con el costado bueno y abrió una brecha con su rival, que competía con un mástil viejo: 50 metros, 100, 200... Ni siquiera el cumplimiento de su castigo puso en peligro su debut victorioso. Sólo la falta de viento en el último viraje inquietó algo al Desafío, que se acostó con los deberes hechos. Hoy le espera el Mascalzone a cara de perro. "Tienen un barco rápido y pueden ganar a cualquiera", advirtió Enrique Cameselle, tripulante del Desafío; "El Mascalzone es rápido, pelea y tiene una buena tripulación". Que le pregunten al New Zealand.

Tras los triunfos claros de Luna Rossa y Areva, llegó el estreno del equipo neozelandés contra el tercer italiano. Los monjes de clausura de Nueva Zelanda contra los juerguistas latinos. El Mascalzone se ha ganado un lugar en Valencia por organizar las mejores fiestas del puerto; los otros por lo contrario. No fiestas, no mujeres. Let's bring it home, nos la llevaremos a casa (la Copa), está escrito en rojo sangriento en la base del equipo, por si alguien se olvida de para qué han llegado aquí. Concentración absoluta. Sólo dos mujeres en un equipo de más de 100 hombres; una que pilotaba una lancha de apoyo fue despedida por relacionarse con un hombre del equipo; la que queda fue fichada tras convencer al jefe Grand Dalton de que no distraería a ninguno de sus hombres. Pues bien, a los monjes neozelandeses, de tanto pensar en el mar, el primer día salieron mareados. Naufragaron. Los granujas latinos les dieron un repaso de principio a fin, en todas y cada una de las facetas de la vela, a favor de viento y en contra, en la presalida, en cada ceñida, en cada toma de las boyas. Ni la agresividad de su caña, Dean Barrer, ni la curtida experiencia de su tripulación, se vio en ningún momento. "No ha sido lo que esperábamos, no hemos podido encontrar un hueco para pasarlos", explicó Dalton.

La victoria de Mascalzone es la primera gran sorpresa de esta Louis Vuitton. Tienen dos puntos que no pensaban lograr y refuerzan su aspiración a entrar en semifinales. Una buena noticia para el interés de la competición, pero mala para las aspiraciones del barco español.

La emoción del día la pusieron el Shosholoza surafricano, también de estreno, y el sueco Victory. Salieron emparejados, se intercambiaron la cabeza varias veces y también los errores, demostrando que la vela puede ser emocionante y que quien sale primero no tiene la victoria asegurada -y al parecer en Valencia menos que nunca-. El duelo siguió hasta el último largo, en donde el Victory se hizo con los dos puntos. Claro que el Shosholoza se vengó en la regata vespertina ante los pobres chicos del Team Germany, lastrados por un agujero en el spinnaker. Es la primera victoria de un equipo surafricano en la historia de la competición. Justo el día que despertó el viento y arrancó la Louis Vuitton. Por fin.

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