Reportaje:Vela Copa del América

Una profesora en el enemigo

La canaria Alicia Ageno, experta en informática del Victory y maestra en la Politécnica de Cataluña, es la única regatista española en la competición, aplazada de nuevo ayer por falta de viento

La amenaza española tiene nombre de mujer. El de Alicia Ageno, regatista canaria de 39 años experta en informática en el Victory Challenge y la única navegante española en la Copa del América. La base de datos del equipo sueco, uno de los grandes rivales del Desafío Español para alcanzar las semifinales de la Copa Louis Vuitton -ayer se aplazaron de nuevo las regatas por falta de viento- es cosa de esta navegante risueña que compagina su trabajo como cerebro del Victory con sus clases en la Universidad Politécnica de Cataluña como profesora de lenguajes informáticos. "Pero paso bastante inadve...

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La amenaza española tiene nombre de mujer. El de Alicia Ageno, regatista canaria de 39 años experta en informática en el Victory Challenge y la única navegante española en la Copa del América. La base de datos del equipo sueco, uno de los grandes rivales del Desafío Español para alcanzar las semifinales de la Copa Louis Vuitton -ayer se aplazaron de nuevo las regatas por falta de viento- es cosa de esta navegante risueña que compagina su trabajo como cerebro del Victory con sus clases en la Universidad Politécnica de Cataluña como profesora de lenguajes informáticos. "Pero paso bastante inadvertida. Ningún alumno me pregunta por la Copa", confiesa. Una vez a la semana, viaja en tren a Barcelona y salta a la pizarra ante sus alumnos de ingeniería del software y programación. "Intento acumular las clases en los menos días posibles", cuenta.

"En la vela cuesta que acepten a una mujer. Puede que yo tenga que demostrar un poco más"
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Como si fuera un superhéroe que deja su trabajo para lanzarse a la aventura, Alicia cambia su traje de maestra por el de regatista de élite. Su trabajo es doble. A bordo, en la popa, ejerce de navegante y coordina la electrónica del velero y la información que el táctico, el patrón y el estratega reciben sobre el campo de regatas y el rival. En tierra, despliega su portátil y recibe millones de datos por segundo. Le llegan de 70 sensores pegados en cada palmo del casco, el mástil y las velas. "Un coche da dos vueltas a un circuito y la pista es la misma. Con un barco nunca pasará eso. Cada vez que salimos a navegar con los dos barcos probamos cosas nuevas y grabamos la información de los sensores durante todo el día. Las variables son enormes. Cualquier cosita que tocas lo cambia todo. Y eso, en un entorno dinámico. De repente, tienes un viento y 20 metros más allá cambia por completo", explica. Todo queda registrado en una base de datos "de bastantes y bastantes gigas", de la que hace copias de seguridad: "Si lo pierdo, sería un drama. Me cuesta encontrar otro deporte en el que la informática tenga tanta importancia".

Cuando su padre le regaló un Spectrum a los 14 años para el instituto, la tripulante canaria empezó a crear "programitas de basic". "Me gustaban más las matemáticas, pero pensé que estudiar informática tendría más salida y podría aplicarlo a otras cosas que me gustaban, como navegar", cuenta. Su pasión por el mar nació en un cursillo del colegio. Comenzó en vela ligera y en regatas de crucero en una tripulación femenina. "Todas eran de letras y a la hora de instalar tecnología me tocó a mí", recuerda. El grupo se dispersó y Alicia pasó a barcos mixtos o de tripulación masculina. Navegó en el Azur de Puig con la Familia Real y la infanta Cristina. "Tiene una gran pasión por la vela. En el barco es una más. No sientes que está por encima", dice. Hasta que le llamó el Victory Challenge. Luis Doreste, profesor de informática y canario como ella, intentó reclutarla para el Desafío, "pero el puesto estaba cubierto". La navegante sólo competirá en la Louis Vuitton por lesión del titular. Su lugar está tras una pantalla de 14 pulgadas junto a la que pasa diez horas al día. "O estoy delante del ordenador en el barco o en la oficina. En casa no quiero verlo ni en pintura. No soy de jugar", admite.

¿Y siente algo especial por ser la única española? "Que soy una privilegiada. Competir aquí o en la Vuelta al Mundo es lo máximo, un sueño. ¿Por ser mujer? No, porque me gusta navegar. Hace cuatro años me conectaba a Internet para ver las regatas en Auckland y no imaginaba que pudiera estar en esta edición", cuenta. "No es un problema de género, pero sí ha sido un poco más difícil llegar por ser mujer", reconoce. ¿Por machismo? "En el Victory no he tenido problemas, pero he sufrido más reticencias por ser mujer. Hay de todo, pero en la vela cuesta que acepten a una mujer. En general, puedo estar contenta de que me hayan tratado como a uno más. Me he labrado un nombre. Los que tienen reticencias no te llaman. Los que conocen mi trabajo me llaman igual. Puede que tenga que demostrar un poco más", afirma. Su puesto requiere más inteligencia que músculo. Cumple sus sesiones de hora y media diarias de gimnasio y se entrena "como el que más". "Aunque nunca podré tener la fuerza de un molinillo de 100 kilos y 1,90 metros. Al menos, intento no retrasar a mis compañeros", dice. ¿Es viable un equipo femenino? "No para ser competitivo a corto plazo, como tampoco lo son algunos ahora", resume.

De lleno en la Copa y pendiente de sus alumnos, Alicia apenas disfruta de tiempo libre. "Y el poco que tengo voy a por una tabla de surf. En la playa de la Malvarrosa, por la mañana temprano y cuando hay temporal de olas. En vez de gimnasio, sesión de surf".

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