Freire tiene un jardín en Brabante

Óscar Freire es un corredor excepcional, nadie lo duda, pero no cansa nada repetirlo casi todas las semanas, casi todos los días que da motivos a los sabios y a los aficionados para replantearse todo lo que daban por supuesto en el ciclismo. Ayer, por ejemplo, no fue una excepción.

El ciclista de Torrelavega corre en Bélgica todos los domingos de la semana siguiente a la Milán-San Remo y es como si corriera en casa, como si las ásperas tierras del Brabante fueran su jardín particular. Corre la Flecha del Brabante, una carrera flamenca entre Zaventem y Alsemberg, con montes y todo, aunqu...

Óscar Freire es un corredor excepcional, nadie lo duda, pero no cansa nada repetirlo casi todas las semanas, casi todos los días que da motivos a los sabios y a los aficionados para replantearse todo lo que daban por supuesto en el ciclismo. Ayer, por ejemplo, no fue una excepción.

El ciclista de Torrelavega corre en Bélgica todos los domingos de la semana siguiente a la Milán-San Remo y es como si corriera en casa, como si las ásperas tierras del Brabante fueran su jardín particular. Corre la Flecha del Brabante, una carrera flamenca entre Zaventem y Alsemberg, con montes y todo, aunque no se pise pavés. La corre y la gana casi siempre, por lo menos así lo ha hecho los tres últimos años, incluido ayer, lo que le convierte en el primer triple laureado de una prueba cuyo palmarés inauguró en 1961 el gran Pino Cerami.

Hasta ahora, nada de particular. Freire, sprint, victoria, tres palabras que suelen ir juntas, como lo fueron hace ocho días en San Remo, como lo fueron tantas veces. Lo que marca la diferencia es que el día anterior Freire también disputó el Gran Premio E3 en Harelbeke, un mini Tour de Flandes a ocho días del monumento flamenco, y que, aunque no lo ganó -terminó 12º, en un segundo grupo tras el que Boonen derrotó por la victoria-, mostró por primera vez en mucho tiempo que el esfuerzo en el pavés, las ascensiones sentado de los montes de adoquines, no hicieron apenas mella en sus delicados isquion y cuello. Y lo que es más, que hay una regla no escrita que dice que es prácticamente imposible disputar a tope ambas carreras del fin de semana, tan exhausto queda el organismo después de lo de Harelbeke. Una norma que Freire, evidentemente, se saltó, como casi todas. "Todo perfecto", dice Freire, que sólo se quejó de cansancio el sábado por la noche. "Estoy bien, bastante bien".

Y, más evidentemente aún, todo ello conduce a una pregunta inevitable: ¿será 2007 el año en que un español gane por primera vez el Tour de Flandes?

A Freire, que ha corrido dos veces la gran clásica flamenca, el Campeonato del Mundo de Bélgica, la pregunta no le asusta. "Estoy convencido y segurísimo de que estoy bien", dice. "Por primera vez en mucho tiempo estoy a tope para Flandes, no estoy enfermo ni dolorido. Ahora bien...".

Ahora bien. Si hay una carrera en la que el conocimiento del terreno es determinante, ésa es Flandes, como pudo comprobar el propio Freire el sábado, cuando Boonen lanzó el ataque decisivo subiendo por un canalón el Eikenberg, un muro de pavés. "Si yo corriera durante 10 años donde vivo...", dice Freire en relación con la ventaja con la que partirá el domingo Tom Boonen, el belga que ha ganado los dos últimos Tours de Flandes. "Está claro que conocer el terreno, y no sólo las subidas, sino también lo que hay después, da una gran ventaja".

Acompañando a Freire en el Rabobank estarán sus dos amigos españoles, amantes de las clásicas del norte también, Horrillo y Flecha. "Le veo a Óscar con mucha confianza", dice Horrillo. "Y, además, en Harelbeke los muros están más juntos y se te mezclan los recuerdos de unos con otros, pero en Flandes están más separados y será más fácil aclararse. Y, además, el viernes nos entrenaremos por allí y nos vendrá muy bien".

Valverde, tercero en Francia

Por otra parte, Alejandro Valverde (Caisse d'Épargne) terminó tercero en la general final del Critérium Internacional, disputado el fin de semana en las Ardenas francesas. El murciano concluyó ayer segundo tanto en el sector montañoso (a 47s de Jens Voigt, ganador final) como en la contrarreloj vespertina (a 4s del sueco Lovkvist).