Reportaje:

Capaces de meter un gol

Alumnos con discapacidad hacen deporte en el Club de Campo

"Me lo paso dabuten". José Manuel, de 28 años, participó ayer en el Primer Encuentro Deportivo de Personas con Discapacidad Gravemente Afectadas. Este hombre se abrazaba a Soledad, su profesora. "Es superguay", aseguraba de ella. La docente, más comedida, sonreía y decía: "Él también es muy bueno, pero tiene sus días malos".

José Manuel y sus compañeros, hasta 150 procedentes de varios colegios y asociaciones, jugaron ayer en el Club de Campo de Madrid. En dos circuitos diseñados especialmente para que disfrutaran del aire libre, los participantes compitieron al minigolf, balonce...

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"Me lo paso dabuten". José Manuel, de 28 años, participó ayer en el Primer Encuentro Deportivo de Personas con Discapacidad Gravemente Afectadas. Este hombre se abrazaba a Soledad, su profesora. "Es superguay", aseguraba de ella. La docente, más comedida, sonreía y decía: "Él también es muy bueno, pero tiene sus días malos".

José Manuel y sus compañeros, hasta 150 procedentes de varios colegios y asociaciones, jugaron ayer en el Club de Campo de Madrid. En dos circuitos diseñados especialmente para que disfrutaran del aire libre, los participantes compitieron al minigolf, baloncesto, petanca o bolos, entre otras actividades.

La fiesta, apoyada por el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, estaba organizada por la Federación Madrileña de Deportes para Discapacitados Intelectuales (FEMADDI) y la Fundación de Recursos Antares. El recinto era un arco iris de actividades y jugadores. Vestidos con camisetas amarillas, verdes o rojas, se afanaban en encestar como si fueran Pau Gasol. Otros, sin embargo, preferían las porterías de fútbol y, emulando a Fernando Morientes, metían goles.

Los participantes compitieron en fútbol, baloncesto, minigolf, petanca o bolos

En una parte del parque, varios participantes tiraban de los dos extremos de una cuerda. María Monet, la monitora, aseguraba que los deportistas se lo pasaban en grande. Marisol Alonso, otra profesora, lo corroboraba. "Esto les ayuda mucho, el deporte es un apoyo para ellos", aseguraba. Junto a ella, Silvia, de 26 años y discapacitada, explicaba todo lo que había hecho durante la mañana: "Bicicleta, bolos...". Muy vergonzosa, Silvia contaba que había ido con sus compañeros al Club de Campo y se refugiaba en los brazos de Marisol. "Nos queremos mucho", reía. Su monitora la abrazaba más fuerte.

"La Comunidad de Madrid quiere integrar a todos los centros de personas con necesidades de apoyo para que hagan deporte", aseguraba ayer Víctor del Toro, coordinador de las escuelas deportivas para discapacitados. Vestido con un chándal y un silbato, Del Toro corría de un lado para otro, organizando a los participantes. La jornada deportiva, la primera que organiza FEMADDI, pretende tener continuidad en el futuro. "Para nosotros, es importante empezar por algo", explicaba Del Toro.

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Los convocados a la jornada festiva presentaban tres tipos de discapacidad, según el propio Del Toro: "Trastornos generalizados del desarrollo, trastornos autistas y discapacidad intelectual".

Raúl, de 40 años, era uno de los participantes más veteranos. Igual que el resto de sus compañeros, la vergüenza y el cariño extremo le pueden. Así que de la misma forma que José Manuel o Silvia, Raúl abrazaba a su profesora al ser interpelado. Poco a poco, este hombre con síndrome de Down explicaba que el baloncesto y los bolos habían sido sus actividades favoritas del día. ¿Qué vas a comer? "Espaguetis, sándwich y coca-cola". Su deseado menú, recompensa al trabajo bien hecho, despertó la sonrisa de su cuidadora, que no dejaba de abrazarle con mucho cariño. "Le encanta comer. Todos los días nos pregunta: ¿Qué hay para hoy?".

Un discapacitado juega al fútbol en el Club de Campo.MANUEL ESCALERA

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