Reportaje:

El goleador resucitado

Kovacevic ha marcado en 40 partidos con la Real y 39 de ellos acabaron con victoria

Darko Kovacevic es el tercer máximo goleador de la historia de la Real Sociedad, con 90 goles en 250 partidos, tras Satrústegui y López Ufarte. Sin embargo, el delantero serbio celebró su gol ante el Mallorca como "el primero" de su "vida". Era lógico. Dieciséis meses sin marcar es demasiado tiempo para un ariete que se ha distinguido por sus goles y su entrega más que por su juego. Kovacevic no atinaba desde el 23 de octubre, cuando encarriló la victoria de la Real sobre el Deportivo (2-0). Entonces se arrodilló para dedicar su tanto. Pocos días antes había asistido al funeral de su madre, a ...

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Darko Kovacevic es el tercer máximo goleador de la historia de la Real Sociedad, con 90 goles en 250 partidos, tras Satrústegui y López Ufarte. Sin embargo, el delantero serbio celebró su gol ante el Mallorca como "el primero" de su "vida". Era lógico. Dieciséis meses sin marcar es demasiado tiempo para un ariete que se ha distinguido por sus goles y su entrega más que por su juego. Kovacevic no atinaba desde el 23 de octubre, cuando encarriló la victoria de la Real sobre el Deportivo (2-0). Entonces se arrodilló para dedicar su tanto. Pocos días antes había asistido al funeral de su madre, a la que dedicó aquel tanto. El domingo, juntó las palmas de sus manos y miró al cielo antes de correr hacia el banquillo y lanzar besos a la grada.

"No me importaba cómo entrara el gol. Con 33 años, me emocioné como si tuviera 20"

"Es un gol bonito, pero a mí no me importaba cómo entrara. Con 33 años, me emocioné como si tuviera 20 y fuera el primer gol de mi carrera. Era un gol importante, el 2-1, y me emocioné", afirmó; "mi mujer y mi hijo se emocionaron porque saben cómo sufro y yo sé cómo sufren ellos".

Kovacevic siguió a pies juntillas la apuesta de su entrenador. Miguel Ángel Lotina había afirmado el sábado que marcaría un gol: "Estoy seguro de ello". Lotina trataba de insuflar ánimo a un jugador que empezaba a ser discutido por un sector de la grada que reclamaba al joven Díaz de Cerio, alias Iñigol por su trayectoria goleadora en el segundo equipo. Lo malo para la Real es que sus tres arietes han vivido lesiones de importancia y uno, Skoubo, sigue lesionado. Por eso cuando Kovacevic se hizo un autopase con el pecho, de espaldas a la portería y con el armario Ballesteros tras él, y con un leve toque envió después el balón a la red junto al poste, Anoeta se rindió a un futbolista generoso. Le ha dejado goles (90) y 39 victorias en los 40 partidos en los que ha marcado: sólo falló ante el Alavés (1-1). Y le ha dejado dinero, 12 millones de euros por su traspaso a la Juve, desde que llegó en 1995 procedente del Sheffield Wednesday y antes de regresar, en enero de 2002, tras jugar en el Lazio.

Los años y dos operaciones en el tendón de Aquiles han mermado su rendimiento. Con todo, sigue siendo un panzer. Se comporta como tal aunque haya perdido la puntería y sus movimientos relaten alguna torpeza. Tampoco el juego de la Real de los últimos años le ha favorecido. Obligado a jugar de espaldas a la portería, sus posibilidades goleadoras merman notablemente. Kovacevic no es un distribuidor de juego, sino un rematador y un incordio para los defensas al amparo de su fuerza física y su constancia.

Kovacevic se mostró el domingo confiado en que la victoria sobre el Mallorca tenga continuidad en Vila-real: "No hemos ganado ningún partido fuera de Anoeta. Si lo hacemos el domingo, todavía habrá posibilidades de eludir el descenso". El triunfo conseguido contra el conjunto balear ha tenido un indudable valor moral que sirve al menos para mantener viva la llama de la permanencia, que se habría extinguido en caso de derrota. Ahora Anoeta vuelve a confiar en su goleador. No en vano los tres máximos anotadores de la Real en la presente temporada suman sólo diez tantos (Prieto, cuatro; Díaz de Cerio y Aranburu, tres). Pero Kovacevic antes de disfrutar, tuvo que sufrir: en el minuto 35, con 1-1, cabeceó contra su portería un centro de Ibagaza obligando a una magnífica parada a su portero, Claudio Bravo. La culpa la tuvo un empujón no sancionado.

Kovacevic festeja su tanto al Mallorca.EFE

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