Reportaje:

El 'Novo Circo' pide pista

Una asociación une a 500 jóvenes 'clowns' malabaristas, acróbatas y escapistas para impulsar el espectáculo en Galicia

"Somos una nueva generación de circo, sin duda". El malabarista Pablo Reboleiro lo tiene claro. Reboleiro, conocido como Trasno, encarna el prototipo de los artistas que se articulan alrededor de un movimiento denominado Novo Circo Galego.

Alejado de viejos estereotipos decadentes, el Novo Circo nada tiene que ver con tigres famélicos ni con leones desdentados al borde de la inanición. Casi todos sus componentes rozan la treintena y forman un núcleo estable de artistas que exploran la mezcla de disciplinas, buscan nuevos espacios más allá de la carpa tradicional y renuncian a la utiliza...

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"Somos una nueva generación de circo, sin duda". El malabarista Pablo Reboleiro lo tiene claro. Reboleiro, conocido como Trasno, encarna el prototipo de los artistas que se articulan alrededor de un movimiento denominado Novo Circo Galego.

Alejado de viejos estereotipos decadentes, el Novo Circo nada tiene que ver con tigres famélicos ni con leones desdentados al borde de la inanición. Casi todos sus componentes rozan la treintena y forman un núcleo estable de artistas que exploran la mezcla de disciplinas, buscan nuevos espacios más allá de la carpa tradicional y renuncian a la utilización de animales.

Como muchos artistas de esta nueva generación circense, Reboleiro posee una sólida formación. Es licenciado en circo por la prestigiosa Circus Space de Londres, dependiente de la Universidad de Kent, y ha actuado por toda Europa, Suramérica e incluso India. Además de ser licenciado en circo, donde se especializó en malabares, Reboleiro acabó la carrera de Matemáticas, pero un día le dijo a su padre que quería dedicarse al circo. "Mi padre salió del Caurel y ahora es catedrático. Valora mucho los estudios, así que imagínate el cabreo que pilló cuando le dije que me iba a dedicar a esto", explica con humor este malabarista, que recuerda lo que exclamó su padre: "!Por favor, payaso, eso no es vida ni es nada!". Desde que escuchó esa frase, ha pasado ya diez años trabajando como profesional.

Pablo Reboleiro pertenece a Pista Catro, uno de los seis colectivos que forman parte de la Federación Galega de Novo Circo, nacida hace apenas medio año. Además de esta compañía compostelana, en la federación están también Circus Fusion de Ferrol, Manicómicos de A Coruña, Malandraxe de Vigo, Manazas de Ourense y Cooperactiva, también de Santiago. "En total, sumamos unas 500 personas que nos dedicamos al circo", indica Sabela Amado, presidenta de la Federación Galega de Novo Circo, asociación a la que pertenecen malabaristas, acróbatas, escapistas o clowns como ella misma, que forma parte del colectivo Circus Fusion de Ferrol.

Este medio millar de personas que se dedican al circo en Galicia pertenecen a su vez a pequeñas compañías. "Los profesionales gallegos tienen mucha calidad, pero tenemos un problema: vivimos de cara a la calle, pero de espaldas al marketing, y no somos capaces de vendernos", explica, un tanto frustrada, Sabela Amado. Hace apenas dos meses, la Federación ha alcanzado uno de sus grandes objetivos: una nave donde entrenar, perfeccionarse y dar cursos.

"Esta nave es el sueño de un montón de gente" explica Antón Coucheiro, Cou, rodeado de colchonetas, monociclos y trapecios, en la nave que la Federación acaba de alquilar en Milladoiro, en las afueras de Santiago. Cou es actor y clown, y se ha formado y ha trabajado en varios países, el último de ellos, Brasil. "El Novo Circo supone la renovación de técnicas circenses, mezcladas con disciplinas como la danza o el audiovisual, y muy próximo al cabaré", explica. Muchos de los utensilios circenses con los que han equipado la nueva nave han llegado directamente de la Circus Space de Londres, en la que, además de Pablo Reboleiro, también se han licenciado en circo sus compañeros Alfonso Medina y Manu Lago, de la compañía Malabaranda.

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Medina es especialista en báscula, una especie de contrapeso para saltar en un lado y subir en el otro, y Lago es malabarista. Han actuado en países como Inglaterra, Alemania o Argentina, porque, como explica Medina, "siempre se procura mantener el sentido itinerante del circo".

Natalia Outeiro, Pajarito, es escapista, "pero no como Houdini", bromea, al tiempo que matiza: "Escapismo de objetos más sencillos, como cuerdas y cosas por el estilo". Acaba de llegar de actuar de Beslán, la tristemente célebre localidad rusa. Formada en la Escuela de Circo Criollo de Buenos Aires, Pajarito tiene claro lo que su generación supone para el circo gallego: "Somos la primera generación de circo en Galicia, nos une la edad, un estilo propio, y el compromiso con el circo y con la formación". Además, esta joven escapista se atreve a diagnosticar un futuro optimista, y aventura que "en dos generaciones, en Galicia habrá cosas tan buenas como el Circo del Sol".

Posiblemente, a esa altura, el circo ya tendrá el suficiente prestigio para no darle a un padre un disgusto cuando un hijo le confiese que quiere ser clown o malabarista. El padre de Pablo Reboleiro ya lo ha aceptado a regañadientes, aunque de vez en cuando sigue planteando la incómoda pregunta: "¿Y ya nunca volverás a las matemáticas?". Y el malabarista responde, muy seguro de su decisión: "Yo ya vivo de los números, aunque sean otro tipo de números".

Sin hombres bala

"Los grandes circos tenían tradicionalmente tres pistas, pero en Galicia se ha abierto la cuarta, la pista de una nueva generación circense", explica el joven documentalista Pela del Álamo, director del documental La Cuarta Pista, recientemente estrenado.

Del Álamo ha plasmado en su documental el movimiento emergente del nuevo circo y, sobre todo, su vinculación con la calle y la improvisación. Nada que ver con el testimonio del dueño de un circo decadente haciendo una promoción delirante de su número estrella: "Vamos a meter, por primera vez en un circo, un oso pardo con un rottweiler, algo nunca visto". El documental indaga en la senda del circo contemporáneo en general y su evolución en Galicia en particular, desde el mítico Circo Feijóo, a principios del siglo XX, hasta el Circo de la Ciudad de los Muchachos, del Padre Silva, dos de los escasos referentes que existen.

Como declara el clown Marcos PTT: "Estamos reinventando un poco sobre la marcha, sin un punto de partida". Lo que tienen claro es que creen en la humanización del circo y en la erradicación de los números de animales". Marcos PTT se muestra implacable: "Nada de gorilas drogados ni de enanos haciendo de hombres bala". La renovación del circo gallego está en marcha.

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