Reportaje:

El actor secundario Joaquín

El extremo decae en el Valencia por su dificultad para defender y la presión por su alto precio

Acostumbrado a ser el protagonista, Joaquín ha bajado su caché al de mero actor secundario. De estrella en el Betis ha pasado a ser el suplente más caro de la Liga en el Valencia. Un suplente deprimido, al que le cuesta asumir el perfil guerrero del equipo y que concentra como nadie la expectación de la grada. El peso de los 25 millones de euros que pagó el Valencia al Betis y su mentalidad frágil merman su rendimiento. Ser el fichaje más caro en la historia del club es una carga tan dura como cambiar las filigranas por la defensa. A Joaquín se le exige un reciclaje absoluto.

El extremo...

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Acostumbrado a ser el protagonista, Joaquín ha bajado su caché al de mero actor secundario. De estrella en el Betis ha pasado a ser el suplente más caro de la Liga en el Valencia. Un suplente deprimido, al que le cuesta asumir el perfil guerrero del equipo y que concentra como nadie la expectación de la grada. El peso de los 25 millones de euros que pagó el Valencia al Betis y su mentalidad frágil merman su rendimiento. Ser el fichaje más caro en la historia del club es una carga tan dura como cambiar las filigranas por la defensa. A Joaquín se le exige un reciclaje absoluto.

El extremo ha perdido el paso en su club, en que es suplente, y en la selección. En ambos casos Angulo le ha ganado el pulso. A los 25 años, debe reinventarse. "Estoy en proceso de adaptación", explica el futbolista, "poco a poco me voy soltando. He estado muchos años en el Betis, con otro estilo, y me cuesta asimilar el cambio". El técnico, Quique Flores, le obliga a convertir su banda en un camino de ida y vuelta: para atacar hay que defender, un doble movimiento que en el Betis era de una sola dirección. Al cambio táctico se le ha unido como consecuencia otro físico. El desgaste es mucho mayor. Los preparadores, sin embargo, consideran que el problema no radica en su cuerpo, sino en su cabeza. Más que una cuestión de piernas, es de cabeza.

El andaluz anda a la búsqueda de "un partido" para reivindicarse. "He venido para triunfar. Sé lo que he costado y la ilusión de la gente. De alguna manera lo llevo dentro, pero intento aparcarlo y disfrutar", explica. El extremo ha jugado 14 encuentros en la Liga, sólo cinco completos. En las últimas citas, Quique ha preferido incluso a un zurdo como Silva para ocupar la banda derecha. "Me pondría una nota por encima de la mitad", dice Joaquín. El gol, además, se le resiste. "Me fastidia no haber marcado. Siempre he promediado seis goles por temporada y ahora no tengo suerte. Lo he tenido cerca y me sabe mal. No quiero obsesionarme, porque mi trabajo es otro, pero me fastidia", admite el extremo, que en el Betis celebró 28 goles en cinco temporadas.

"Es muy difícil después de tantos años de profesional en otro equipo venir aquí y ponerme el mono. Yo no puedo hacer lo que hace Albelda, pero no me queda otro remedio que coger el pico y la pala. Lo intento", añade Joaquín. "Venir de superestrella no garantiza la titularidad, sino el rendimiento", zanja Quique, "pongo a los que creo que van a ser importantes. Y Joaquín, como Ayala, no lo es ahora. Sé que vive una situación difícil. Ha llegado con una presión extrema y el estilo es diferente. Debe deshacerse de la presión. Trabajamos con él psicológicamente. Que mire a Vicente, es de su mismo perfil y cumple en defensa. En el Valencia la competencia es real, no como en el Betis. Aquí hay internacionales en cada puesto".

A favor de Joaquín juega su talento y el calor de Mestalla, que le ha bautizado como Ximo, su nombre en valenciano. Quique, de momento, le reserva para los minutos finales si el partido está resuelto. "Es lo que puede ofrecer", afirma. Joaquín es aún un elemento de ocio, pero no pierde la sonrisa. Quiere volver a ser el protagonista.

Joaquín, en el suelo durante un partido del Valencia.JOSÉ JORDÁN

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