Reportaje:

Buenafuente le pone el casco a Gallardón

El alcalde habla de las obras, de Miguel Sebastián y de sus problemas con Aguirre en el programa del humorista catalán

Porque en los teatros es donde se curten los actores, Buenafuente ha sacado a los suyos a desfilar por España. Se lleva su programa enterito de paseo, y la primera parada es en Madrid. En el Teatro Nuevo Alcalá, y con un decorado de lo más castizo, disparó ayer -primer día de los tres que estará en la capital- toda su artillería cómica contra el público madrileño y contra su alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón. El Regidor pasó por el diván catódico y tuvo que hacer frente a lo que, como él señaló, no venía en su programa electoral ni nunca prometió. "Esto es más difícil que las inauguraciones", ad...

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Porque en los teatros es donde se curten los actores, Buenafuente ha sacado a los suyos a desfilar por España. Se lleva su programa enterito de paseo, y la primera parada es en Madrid. En el Teatro Nuevo Alcalá, y con un decorado de lo más castizo, disparó ayer -primer día de los tres que estará en la capital- toda su artillería cómica contra el público madrileño y contra su alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón. El Regidor pasó por el diván catódico y tuvo que hacer frente a lo que, como él señaló, no venía en su programa electoral ni nunca prometió. "Esto es más difícil que las inauguraciones", admitió. Luego, no fue para tanto.

Por el programa, plagado de referencias a Madrid -en las bromas y en el decorado- desfilaron los colaboradores habituales. El tradicional fondo del puerto de Barcelona fue sustituido por el sky line madrileño y uno de los músicos se disfrazó de chulapo.

El cómico seguirá hoy y mañana emitiendo su espacio desde la capital

Montaje complejo -más de 100 personas han trabajado en la función-, director artístico pidiendo aplausos y músicos calentando al personal. Ni un solo sitio libre en el teatro. El humorista catalán arrasa en Madrid. "Con las solicitudes recibidas, podríamos haber llenado el palacio de deportes". Y se nota. "Sería más fácil colarse en un concierto de los Rolling Stones", dice un espectador reponiéndose del frío de la espera en la larga cola de la calle.

Comienza el show en falso directo, dos horas antes de ser emitido. Monólogo de rigor y Air Madrid erigida en protagonista de todas las bromas. Hasta que entra el alcalde y el showman le recibe con un casco de obrero puesto. Éste acepta el envite, se lo arrebata y se lo calza. Sabe de qué va el partido.

Primer asalto: "Hay gente que cree que lo que hace no son obras; creen que está usted desmontando la ciudad para llevársela a otro sitio", suelta Buenafuente. "Entiendo que molestan a los ciudadanos, pero luego lo agradecerán". Veámoslo. Le ponen un vídeo de madrileños de antemano agradecidos. "Gracias alcalde, gracias a usted y a sus obras las partidas de petanca son ahora más emocionantes", le dice un jubilado en la pantalla. Gallardón, con el casco ya a un lado, se parte.

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Segundo asalto: cómo no, el terrible desamor con Espe. "La relación tiene tendencia a mejorar. Hay que distinguir las relaciones personales y las políticas. En las segundas, a veces tenemos discrepancias. ¿Usted no tiene con su equipo?", le dice al presentador. "Nunca".

Los temas más polémicos del alcalde van desfilando por el telepronter. El aparato resta una pizca de frescura a las preguntas, que el invitado ve unos segundos antes, y puede preparar la embestida del humorista. ¿Aspira a la Moncloa? "Moncloa, sólo me suena a un barrio". Y a qué le suena Sebastián. "¿Le interesaría saber quién es?", le dice Buenafuente con toda la mala leche. "Ante todo, le tengo todo el respeto por ser el candidato de un partido con millones de votos en España". Muy educado. "No parece del PP", observa el catalán. Sin comentarios del regidor.

Y la última. El humorista le pone la pelota en el punto de penalti y, Pablo Carbonell, colaborador del programa, le pregunta: "¿Usted nos casaría a mí y a Buenafuente?". "Por supuesto. Ya lo he hecho antes y volvería a hacerlo. Todo el mundo tiene el derecho legal al matrimonio, con independencia de su sexo". Así, con fuerza y por el centro, la mete el alcalde a portería vacía. El público le regala el aplauso más político de la noche, y Gallardón se marcha a cenar con una faena bien hecha en una plácida noche. No era tan difícil.

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