Análisis:A LA PARRILLA

"Señores, éste es el balón"

Luis Carandell contó en su célebre, y añorado, Celtiberia show de la revista Triunfo una de las más gloriosas anécdotas de la historia de la retransmisión del fútbol por la televisión. Aparecía en primer plano, rodeado de verde, el balón propiamente dicho. Y el responsable de la retransmisión -creo que era Miguel Ors, y si no que me perdone- pronunció el siguiente discurso, lacónico, perfecto:

-Señores, éste es el balón.

Algunos de los que contamos más años que la televisión (en España) tenemos la costumbre de ver los partidos por la tele escuchándolos al tiempo por...

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Luis Carandell contó en su célebre, y añorado, Celtiberia show de la revista Triunfo una de las más gloriosas anécdotas de la historia de la retransmisión del fútbol por la televisión. Aparecía en primer plano, rodeado de verde, el balón propiamente dicho. Y el responsable de la retransmisión -creo que era Miguel Ors, y si no que me perdone- pronunció el siguiente discurso, lacónico, perfecto:

-Señores, éste es el balón.

Algunos de los que contamos más años que la televisión (en España) tenemos la costumbre de ver los partidos por la tele escuchándolos al tiempo por la radio. Es sólo un hábito, no una comparación. Y esa comparación a veces lleva a conclusiones acaso precipitadas: la radio se ha acostumbrado más a que la tele retransmite los partidos, y que la gente los ve mientras lo oye, que al revés: la tele ignora, muchas veces, que la gente oye los partidos al tiempo que los ve. Por eso a veces, incluso, nos cuentan lo que aquel locutor que citaba Carandell: "Señores, éste es el balón".

De nuevo sin ánimo comparativo, digamos que es una buena noticia para los que vemos, también, el fútbol por la tele que la selección nacional de fútbol sea retransmitida, en los encuentros amistosos, por Televisión Española, porque eso da ocasión a escuchar el ánimo sereno, sosegado, con que lo aborda José Ángel de la Casa (desde hace 275 partidos, que cumplió anteanoche, precisamente, en Cádiz). De la Casa resulta respetuoso con la realidad (ni la exagera ni la lamenta en demasía: digamos que no es un forofo al micrófono) y con el telespectador, no llega a los extremos de Matías Prats (padre) de saberse los terceros apellidos de los futbolistas, pero sabe los datos justos como para no perdernos en los vericuetos de su propio genio (que lo tendrá) para hacer estridencias.

Eso sí, tiene esa costumbre, para mí de dudosa validez, de bajar el tono de la voz cuando marcan en contra de España. Anteayer estuvo a punto de decir, cuando marcó Marica (él dijo Márica): "Señores, esto es un gol". Y tampoco es eso.

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