El Racing falla un penalti en el minuto 95 y hace justicia al Celta

En las botas de Cristian Álvarez recayó toda la responsabilidad del Racing cuando el cronómetro sobrepasaba el minuto 95. Un penalti cometido por Gustavo López sobre Zigic podía borrar la lamentable imagen de los cántabros durante la segunda mitad. Pero ni aun así. El balón se estrelló en la cruceta e hizo prevalecer el empate en un encuentro marcado por las desapariciones. En la primera mitad, sólo comparecieron los santanderinos. Tras el descanso, los vigueses. Sin fútbol de estilo y sin imaginación, el postrero penalti hizo vibrante un partido que se había convertido en soporífero.

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En las botas de Cristian Álvarez recayó toda la responsabilidad del Racing cuando el cronómetro sobrepasaba el minuto 95. Un penalti cometido por Gustavo López sobre Zigic podía borrar la lamentable imagen de los cántabros durante la segunda mitad. Pero ni aun así. El balón se estrelló en la cruceta e hizo prevalecer el empate en un encuentro marcado por las desapariciones. En la primera mitad, sólo comparecieron los santanderinos. Tras el descanso, los vigueses. Sin fútbol de estilo y sin imaginación, el postrero penalti hizo vibrante un partido que se había convertido en soporífero.

Antes, el Racing había explotado el juego aéreo hasta el extremo. Durante la primera mitad, Zigic se convirtió en referente y faro del juego racinguista. La ventaja de su altura dio licencia a sus compañeros para que, desde cualquier posición, buscasen la cabeza del ariete serbio. Munitis, pegado a la izquierda, focalizaba el fútbol ofensivo del Racing, que en esos minutos aún sabía algo de fútbol. Mientras, el Celta tiraba de Baiano para llegar a la meta cántabra, especialmente con un tiro al palo del brasileño, aunque poco más.

Pero fue Zigic el que avisó con un remate cruzado que se calcó diez minutos después a la salida de un córner, pero esta vez con mayor fortuna. El tanto machacó a los gallegos. Oubiña, demasiado entregado a la brega, y Gustavo López, desaparecido durante la primera parte, fueron el símbolo de un Celta pobre y más luchador que técnico.

El descanso, sin embargo, cambió las tornas. Si el Racing, pese a abusar de los balones a Zigic, se había comido a los de Fernando Vázquez y les había puesto contra las cuerdas, el resto del encuentro fue un monólogo celeste. Cada posesión de los racinguistas se quebraba con una pérdida de balón innecesaria. Y el Celta crecía y crecía. Iriney certificó el ascenso con un bello tanto desde fuera del área. Oubiña ya mandaba, Gustavo López y Nené se lanzaban por las bandas y Baiano regularizaba su presencia en el área cántabra. La falta de criterio de los de Portugal era tan insultante que el público se echó encima de su equipo al tiempo que Toño sacaba un par de balones de su portería. Un cabezazo de Zigic y el penalti, ambos en el descuento, pudieron maquillar la imagen del Racing, pero, a veces, el fútbol es justo.