Análisis:A LA PARRILLA

Cómo no ser famoso

Me costó entenderlo, pero esta semana por fin quedaron claras las muy complejas relaciones de la tele con la fama. Partiendo de la base de que la TV es una máquina cuya única materia prima es la fama, hay que distinguir inmediatamente dos grandes clases de fama. La que produce la tele por el mero hecho de salir en su pantalla y la que amplifica la máquina y generalmente procede de viejas famas en declive. Gran Hermano, El traidor, Supermodelo 06 o cualquier concurso sólo tratan de fabricar a partir de la nada más absoluta famas superiores al cuarto de hora Warhol. En cambi...

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Me costó entenderlo, pero esta semana por fin quedaron claras las muy complejas relaciones de la tele con la fama. Partiendo de la base de que la TV es una máquina cuya única materia prima es la fama, hay que distinguir inmediatamente dos grandes clases de fama. La que produce la tele por el mero hecho de salir en su pantalla y la que amplifica la máquina y generalmente procede de viejas famas en declive. Gran Hermano, El traidor, Supermodelo 06 o cualquier concurso sólo tratan de fabricar a partir de la nada más absoluta famas superiores al cuarto de hora Warhol. En cambio, ¡Mira quién baila!, Desafío bajo cero o todos los espacios del cotilleo nacional son amplificadores de viejas famas caídas en desgracia. Así es como se dividen las parrillas al margen de series y telediarios.

Es cierto que en la fabricación de los futuros famosos de nuestros realities todavía hay diferencias (los encerrados de GH son una pandilla de vagos comparados con las pruebas de El traidor y a pesar de los latigazos de la dominatrix Milá), pero tampoco hay que desdeñar los esfuerzos del segundo grupo de la fama catódica, como esta semana amplificó (tal es el término) Carmencita Martínez-Bordiú agitando sus poderosas caderas a ritmo de salsa y con la espalda desnuda o las muy patafísicas declaraciones del peripuesto clan marbellí de Las chanel a la salida de la cárcel: "Fuimos presas políticas".

Dos famas distintas para una sola máquina verdadera. O te expones a ser nominado en el reality o haces el ridículo bailando o patinando. Seguramente es peor el segundo riesgo, aunque sea más pop (famosos danzando como malditos en los platós sólo para seguir siendo famosos), porque los expulsados de Guadalix, como los excarcelados de Alhaurín, siempre tienen garantizada su continuidad en los programas del cotilleo ante y poscarcelem.

Y una última meditación sobre telefamas producidas / amplificadas. Warhol dijo lo del cuarto de hora, vale, pero Umberto Eco le replicó que lo verdaderamente heroico en estos momentos es no salir en la tele.

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