Reportaje:

Banderas corta y pega

El astro malagueño ha decidido no ejercer de estrella por unos días. Se ha encerrado en Madrid para montar los 120.000 metros filmados de 'El camino de los ingleses', su segunda película como director

Ni el coro de cigarras festejando por todo lo alto los 40 grados a la sombra, ni el ambiente de periferia acomodada, y por tanto desierta, en el verano de Madrid. Casi nada delata que tras las persianas echadas de un chalet de la zona de Arturo Soria esencialmente idéntico al siguiente, Antonio Banderas ha trabajado durante dos meses en el montaje de El camino de los ingleses, película que dirige y produce, y uno de los estrenos más esperados del otoño.

Hoy -viernes 28 de julio- y sin más estilista que él mismo (viste pantalones de motero azul eléctrico, camiseta naranja, zuecos ...

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Ni el coro de cigarras festejando por todo lo alto los 40 grados a la sombra, ni el ambiente de periferia acomodada, y por tanto desierta, en el verano de Madrid. Casi nada delata que tras las persianas echadas de un chalet de la zona de Arturo Soria esencialmente idéntico al siguiente, Antonio Banderas ha trabajado durante dos meses en el montaje de El camino de los ingleses, película que dirige y produce, y uno de los estrenos más esperados del otoño.

Hoy -viernes 28 de julio- y sin más estilista que él mismo (viste pantalones de motero azul eléctrico, camiseta naranja, zuecos negros y calcetines blancos) ha encontrado un hueco para recibir a EL PAÍS. Y no crea que eso es fácil en su vida. De Los Ángeles a Málaga; del nuevo apartamento de la familia Banderas-Griffith en Nueva York, a la casa en la nieve de Aspen. Y, últimamente, del hotel a esta sala de montaje y vuelta al hotel. Pero se le ve relajado. Hablador. Como sólo se puede encontrar a un actor de éxito fuera de la feroz promoción. Da chupadas cortas a un cigarrillo rubio y órdenes enérgicas a una de sus colaboradoras. "¡Ábrelo un poquito más! Ése bucle... ¡Ahí! ¡Déjalo ahí!...", exclama en presencia de una moderna moviola, los dos Macintosh G 5 que dominan esta pequeña habitación de los estudios de posproducción Resonancia.

Junto a la montadora Mercedes Alted, el director y actor malagueño de 46 años se encuentra al final de la tarea de convertir en casi dos horas de película los 120.000 metros de rollo filmado, que, entre otras cosas, servirían para cubrir la distancia entre Madrid y Ávila y, según Alted, triplican las cifras de una producción media española. "Yo tiro mucho metro", se excusa Banderas, "pero sin que llegue a suponer un drama de presupuesto". "Ya hemos ido al mercado", dice acudiendo al símil culinario para explicar el proceso de la posproducción. "Hemos agarrado el material y ahora falta cocinarlo. Puedes hacerlo de muchas maneras, sobre todo en un caso como éste, en el que la narrativa es compleja".

El plato, aderezado con la banda sonora y las mezclas finales de sonido llegará el 1 de diciembre a los cines como algo más que la segunda película de un director cualquiera. Hace ocho años de Locos en Alabama, su debú como realizador. Con ella, el guapo latino de Hollywood, la mejor exportación ibérica desde el jamón de Jabugo, demostró que podía hacer cine y cosechar críticas más que aceptables. "El reto fue entonces que no me crucificasen", recuerda entre risas. "Ahora no me planteo desafíos. Lo único que busco es que la gente comparta lo que hemos querido contar y cómo lo hemos hecho".

Negar que al final del trabajo espera la reválida es cuestionable. Quedarse sólo en eso, erróneo a secas. El camino de los ingleses es, en sí misma, un enigma. ¿Qué empuja a una estrella que ganó 10 millones de dólares (7,8 millones de euros) por su actuación en La leyenda del Zorro (2005) a emplear más de un año de su valioso tiempo (aunque con intermitencias) en levantar un proyecto en España con un presupuesto de 6,5 millones? "Hacer una película me supone perder mucho dinero, y no sólo a mí", reconoce. "Si me dedicase a dirigir continuamente, en Los Ángeles más de uno me mataría", bromea. "Pero necesito hacer aquello que no me es posible en Hollywood. Allí, es un A, B, C, D. El Zorro es eso. Una fórmula que funciona, peor o mejor realizada, pero que parte de un lenguaje. Aquí, en España, me interesa hacer A, Z, E, H. Y bueno, siempre lo digo, si yo hago El Zorro, que me paguen tela, porque es una película que hace mucha taquilla. El otro día lo pensaba. El dinero que hizo Shrek 2

[filme de animación en el que prestó su voz y recaudó 920 millones de dólares]... ¡representa el presupuesto de 25 años de cine español!".

"Sonaría a Debussy"

Desde luego, cuesta imaginar a Banderas expresando tanto de sí mismo en Hollywood como en este proyecto. Al menos, así lo sugiere la secuencia en la que le hemos encontrado trabajando. La cámara sigue a un coche en travelling lateral y se detiene en un tipo (el actor Alberto Amarilla) que camina de frente al objetivo. A su espalda, una chica (María Ruiz) cruza el plano mirando al espectador. La iluminación, saturada como en los recuerdos, la coreografía y la cámara lenta contribuyen al lirismo. "Es mi apuesta por una narrativa nueva, aunque, desde luego en el cine está todo inventado", explica Banderas. "Es una mirada poética. No he querido hacer un ejercicio de neorrealismo ni de costumbrismo. Como espectador, soy muy admirador de ese tipo de cine, pero como creador me aburriría. Mi apuesta es más por la melodía, por el impresionismo. Si fuese música sonaría a Debussy".

Lo que es poco probable es que los guiones que le llegan a su representante en Los Ángeles sean tan personales como el de El camino de los ingleses, que supone, literalmente, la vuelta de Banderas a Málaga y su juventud. Se basa en la novela homónima, ganadora del Premio Nadal en 2004. En ella, Antonio Soler, también guionista de la película, describe con prosa lírica una historia coral de huída de la juventud y encuentro con la madurez en la ciudad andaluza a finales de los setenta. Años en los que Banderas vivía aún allí como un inquieto actor a punto de escapar a Madrid y la promesa del éxito.

"Mi amigo Antonio Meliveo es un personaje en la novela y era íntimo de Soler", explica Banderas. "Yo me movía con otra gente entonces, pero los conocía mucho. Soler empezaba en esa época a escribir. Como yo, como todos, pretendiendo ser más de lo que éramos. La película va de eso. Hay historias verídicas, personajes que existieron como La Gorda de la Cala, que desvirgó a medio Málaga. Para mí ha sido recorrer otra vez El camino de los ingleses, que era como llamábamos a la carretera que llevaba a Antequera".

Y de nuevo, no habla en sentido figurado. Desde que abandonó la ciudad en 1980 (rumbo a la movida madrileña, Almodóvar, Hollywood, Melanie Griffith y los 74 filmes en los que ha trabajado como actor) Banderas nunca había pasado más de dos meses en Málaga. La película le ha permitido batir la marca ampliamente y también suavizar su acento, que ahora luce canónicamente malagueño, sin el deje yanqui de otras ocasiones.

El equipo aterrizó en la ciudad andaluza en noviembre. Tras una "larga preproducción" y tres semanas de ensayos con el reparto, en el que destacan Victoria Abril o Fran Perea, y predominan actores jóvenes desconocidos (Banderas advierte seriamente sobre el talento de uno de ellos, Raúl Arévalo).

Desde el primer día, la ciudad y la prensa local se volcaron en documentar la aventura. "La gente nos ha respetado muchísimo. Aunque hubo una ocasión en la que casi me cambian el título de Hijo Predilecto de la ciudad [fue nombrado en octubre de 2005] por el de Hijo de Puta. Era el día de la Inmaculada y corté el centro de Málaga. El atasco llegaba hasta Marbella. 8 de diciembre, compras navideñas... Imagínate...", recuerda riendo.

Especial interés despertó la novedad que supuso que Turismo Andaluz participase con un millón de euros a cambio de un contrato de patrocinio de Andalucía en la promoción de la película. El Ayuntamiento y la Diputación de Málaga (que dieron 260.000 euros en total, además de facilidades durante el rodaje) y la Consejería de Cultura (300.000) también contribuyeron a una producción levantada por Green Moon, Sogecine y la inglesa Future Films. "Creo que he tenido el apoyo institucional normal, pero se destaca tanto porque soy yo", aclara Banderas. "Los cineastas andaluces deberían alegrarse. Es cierto que es la primera vez que Turismo pone dinero. El próximo que se lo pida, podrá decir: 'Oye, a Banderas se lo disteis. Ahora me toca a mí".

La copia final

El rodaje se prolongó hasta finales de enero. Unos interiores en la Ciudad de la Luz de Alicante. Un par de jornadas de filmar en Londres. Y la posproducción en la que se halla inmerso y que culminará con la "copia final" entre sus manos, momento del que habla con la ansiedad del que adivina una recompensa largamente buscada (exactamente, desde que leyó la novela y se interesó por los derechos en febrero de 2004). "Luego, me desinflo. Y empiezo a pensar en lo siguiente". Es decir, en preparar su papel en el thriller Homeland security y en la escritura de un guión sobre Boabdil que "probablemente", y subraya con todas las precauciones, "probablemente dirigirá Luc Besson".

De momento, le reclama la mesa de montaje y el fotógrafo, que lo quiere retratar trabajando. Se vuelve sobre ella. Contempla otra escena. Y exclama con energía: "¡Es una película triste! Pero da igual. ¡Lo importante es sentir!".

Antonio Banderas, en la sala de montaje de los estudios Resonancia, de Madrid, donde trabajaba el viernes en la película El camino de los ingleses junto a Mercedes Alted.CRISTÓBAL MANUEL
Los actores Alberto Amarilla y María Ruiz encabezan el reparto coral de El camino de los ingleses.RICO TORRES
De izquierda a derecha, Mario Casas, Félix Gómez, Alberto Amarilla y Raúl Arévalo.MATÍAS NIETO

"He aprendido viendo a otros"

- La mejor escuela. "Yo he aprendido a dirigir cine viendo a otros. Es más, he aceptado películas sólo por eso. Cuando me ofrecieron Femme Fatale, de Brian de Palma, le llamé y le dije: 'Brian, no hay personaje para mí. Si acepto es para ir cada día al rodaje y sentarme contigo'. 'Claro', dijo, 'sin problema, tío". - Los Ángeles. "No es el mejor sitio para trabajar. Yo hice allí Locos en Alabama (en la foto). Es una ciudad que vive del cine y en la que, sin embargo, es dificilísimo rodar. Demasiadas trabas. Los rodajes se mudan a otros lugares, como Toronto. Cuando yo filmaba allí Déjate llevar, había cuatro películas en marcha".

- Caché. "En Bordertown, de Gregory Nava, lo he rebajado hasta 10 veces. Es sobre Ciudad Juárez. He vivido tres años en México y rodado siete películas allí. Me interesa la impunidad de esa sociedad. Cuando se filtró a la prensa que se barajaba mi participación, recibí un montón de cartas de familiares de desaparecidas. '¡Cuente nuestra historia!', pedían".

- ¡Socorro! "En Hollywood, cuando una película se atasca, hay unos montadores contratados por los estudios que llaman safers (salvadores). Se les entrega todo el material y se les da libertad. Eliminan personajes, tramas. Le dan la vuelta y casi siempre entregan algo mejor de lo que recibieron".

- Hernán Cortés. "Si se confirmase el proyecto [un filme sobre el conquistador que protagonizaría Banderas] sería la película más cara rodada en español [y azteca; 40 millones de presupuesto]. Habría que llenar los cines tres meses en los mercados latinoamericanos y español para rentabilizarla. O tendría que calar en EE UU. Es complicado. El idioma es una barrera. Aunque algunos confían en que podría pasar lo mismo de La pasión de Cristo. Costó 30 millones que puso Mel Gibson para un filme en hebreo. Recaudó 400. Entonces, los católicos acudieron en masa".

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