Reportaje:

Crece la tensión en la red

Los apagones revelan la fragilidad del sistema eléctrico mientras las compañías reclaman más dinero para garantizar la calidad del suministro

Esta semana, el apagón le tocó a Madrid. Dos subestaciones eléctricas (la media en España es de una subestación por cada 90 consumidores) fallaron y llevaron el caos a 50.000 hogares, con más de 200.000 usuarios afectados. La cuestión ahora es saber si los fallos son accidentes aislados, inevitables, como aseguran las empresas afectadas (Iberdrola y Unión Fenosa) o, por el contrario, son el síntoma de algo más grave.

A favor de la idea del fallo fortuito juegan los números. En el sistema eléctrico español hay, según datos de la asociación patronal eléctrica Unesa, 4.130 centros de gener...

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Esta semana, el apagón le tocó a Madrid. Dos subestaciones eléctricas (la media en España es de una subestación por cada 90 consumidores) fallaron y llevaron el caos a 50.000 hogares, con más de 200.000 usuarios afectados. La cuestión ahora es saber si los fallos son accidentes aislados, inevitables, como aseguran las empresas afectadas (Iberdrola y Unión Fenosa) o, por el contrario, son el síntoma de algo más grave.

A favor de la idea del fallo fortuito juegan los números. En el sistema eléctrico español hay, según datos de la asociación patronal eléctrica Unesa, 4.130 centros de generación de electricidad, 314.000 transformadores eléctricos y 913.000 kilómetros de tendidos.

En ese gigantesco y delicado mecano, siempre existe la posibilidad de un fallo que queme los cables subterráneos y desconecte los grandes imanes repletos de aceite que son los transformadores de electricidad. Pero la frecuencia con la que los apagones aparecen por toda España en los últimos años hace temer que algo más puede estar fallando.

Las reclamaciones de las compañías eléctricas, especialmente insistentes en los últimos años, pueden dar una pista. En síntesis, las compañías eléctricas, unánimemente, reclaman al Gobierno que mejore, vía tarifa, lo que cobran cada año por llevar la luz a los hogares, una de las actividades sometidas a regulación.

Este año, las compañías recibirán por distribuir la electricidad a 25 millones de hogares un total de 3.541 millones. Según el consejero delegado de Unión Fenosa, Honorato López Isla, faltan otros 500 millones para cubrir las necesidades reales. De ahí que la patronal eléctrica Unesa reclamara este mes una subida de la tarifa tres veces superior a la aprobada (1,5% de media) en julio, añadida a la de enero (4,48%).

Y es que con un consumo disparado, que ha crecido en 10 años un 62%, el buen mantenimiento de la red de distribución es fundamental. Las empresas "hacen lo que pueden, al trantrán", explica un alto cargo de una compañía que prefiere guardar el anonimato. Porque no sólo los ciudadanos consumen más, lo que ha llevado las puntas de demanda a crecimientos del 71%, sino que consumen en nuevas urbanizaciones, en segundas residencias y en zonas de ocio.

Periodo crítico

El crecimiento de la demanda eléctrica es vertical y también horizontal, admite el responsable de Operación de Red Eléctrica de España (REE), Alberto Carbajo. Afortunadamente, el periodo crítico para el suministro de las grandes urbes está casi superado. Se da entre el 20 de junio y el 20 de julio. A partir de esta fecha, la industria y las grandes empresas bajan la actividad.

Para las grandes zonas turísticas, sin embargo, son fechas de avalancha humana. Un reto para los encargados de garantizar el suministro a amplias zonas del Mediterráneo y de Andalucía.

El bálsamo para la fiebre que padece la red es conocido: dinero. Las empresas eléctricas aseguran que entre 2001 y 2005 han invertido en la red distribuidora 8.524 millones de euros. Y que entre 2006 y 2008 van a invertir otros 4.400 millones. Pese a lo abultado de las inversiones, la realidad de los últimos años muestra que hay zonas donde todavía hay mucho que mejorar y que invertir.

Aún hay otro problema añadido. El Gobierno ha admitido que hay que mejorar la retribución a las compañías por distribución. Pero las empresas tienen que acordar el reparto del pastel y no es fácil. Un portavoz de Iberdrola subraya que esta compañía defiende que la mejora en la retribución se ligue a la calidad del servicio.

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