Reportaje:Alemania 2006 | Italia-Francia y Alemania-Portugal

El técnico sin nombre

Doménech no es popular ni en su país ni en su vestuario

El aura que acompaña al éxito no se ha depositado en Raymond Doménech. Ni gran estratega, ni conductor de grupo ni seductor de masas. No hay elogios para el seleccionador francés. Como mucho, un tipo inteligente que juega al ajedrez y que practicó el teatro aficionado. Basta. Todo lo demás es peyorativo. Se le considera un provocador que genera conflictos para ver la reacción de la gente. El más llamativo es el que ha mantenido con la vieja guardia, la generación del 98, en el trayecto hasta la final. Los Zidane, Thuram, Makelele y Vieira nunca le nombran, sino que le denominan "técnico o entr...

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El aura que acompaña al éxito no se ha depositado en Raymond Doménech. Ni gran estratega, ni conductor de grupo ni seductor de masas. No hay elogios para el seleccionador francés. Como mucho, un tipo inteligente que juega al ajedrez y que practicó el teatro aficionado. Basta. Todo lo demás es peyorativo. Se le considera un provocador que genera conflictos para ver la reacción de la gente. El más llamativo es el que ha mantenido con la vieja guardia, la generación del 98, en el trayecto hasta la final. Los Zidane, Thuram, Makelele y Vieira nunca le nombran, sino que le denominan "técnico o entrenador", y existe la hipótesis de que quien lo nombre pagará una multa.

Doménech llegó a la selección el 12 de julio de 2004, el día en que nació su hija, Victorie, y desde el primer momento se enfrentó a los veteranos con tres imposiciones: entrenarse con espinilleras, reunirse tras los partidos incluso a altas horas de la noche y no usar el móvil en las comidas. Poca cosa si se compara con sus primeras intenciones. Les advirtió de que quería optar por un cambio generacional y las viejas glorias lo entendieron como una falta de respeto.

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El técnico acabó cediendo a medida que Francia fue avanzando. Primero abandonó la idea de colocar a Vieira como interior y le devolvió al centro. Después accedió a colocar como centrales a Thuram y Gallas en contra de lo previsto. Más que dirigir el equipo, éste lo estaba arrastrando hasta un triunfo inesperado. Es la visión de la vieja guardia, que lo ha acusado de ser un perdedor en sus once años como entrenador en las categorías inferiores. Ningún título pese a contar con varias espléndidas generaciones. Perdió muchas veces ante Italia, su gran rival.

Hijo de un republicano catalán que huyó del franquismo, Doménech (Lyón, 1952) entiende el catalán y el español, pero apenas los habla. En contraste con Jacquet o Deschamps, sus sensibilidades son de izquierdas, aunque sus equipos hayan resultado conservadores. Fue un lateral duro, con un bigote impresionante, que ganó una Liga con el Estrasburgo en 1979. Internacional, pero sin participar en el Mundial del 78 ni en el del 82. Amante de la astrología, decidió repetir una y otra vez que su objetivo es llegar al 9 de julio. ¿La despedida de Zidane? "Sólo pienso en el 9 de julio". Una táctica que ya utilizaba con los juveniles. Frases talismán.

La prensa francesa no le tiene estima. Y menos desde que su novia, Estelle Denis, periodista de 29 años de una cadena de televisión, le entrevistara en exclusiva tras salir la lista de los 23 convocados. La mala fama de Doménech viene de más lejos. En concreto, del Mundial de Estados Unidos 94, cuando era entrenador de la sub 21 y la policía le pilló vendiendo entradas del Bolivia-Corea del Sur que habían sido asignadas a la federación francesa. Tuvo que pagar una fianza de 500 dólares y pasar una noche en prisión. Alegó que quería recaudar dinero para la federación. El técnico sin aura se enfrenta a la noche más célebre de su carrera.

Raymond Doménech.REUTERS

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