Reportaje:Alemania 2006

Héroe por sorpresa

Hijo del esfuerzo más que del talento, a Grosso le ha llegado la gloria tras haber fichado por el Inter

En la Via Pietro Nenni, en Pescara, la mamma Loredana veía a su hijo salir con el balón bajo el brazo a jugar a la calle y le gritaba como sólo gritan las mammas: "¡Fabio, no sudes!". Fabio, claro, volvía sudado, tan sudado como estaba la madrugada del miércoles en la zona mixta del estadio de Dortmund, donde narraba como buenamente podía el gol que abría el camino a la sexta final de la escuadra azul en un Mundial. "Fue un saque de esquina, me vio Andrea (Pirlo), y le pegué. ¿Si busqué el gol? Claro, pero no esperaba conseguirlo", confesó. Héroe inesperado del Mundial, Fabio Gro...

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En la Via Pietro Nenni, en Pescara, la mamma Loredana veía a su hijo salir con el balón bajo el brazo a jugar a la calle y le gritaba como sólo gritan las mammas: "¡Fabio, no sudes!". Fabio, claro, volvía sudado, tan sudado como estaba la madrugada del miércoles en la zona mixta del estadio de Dortmund, donde narraba como buenamente podía el gol que abría el camino a la sexta final de la escuadra azul en un Mundial. "Fue un saque de esquina, me vio Andrea (Pirlo), y le pegué. ¿Si busqué el gol? Claro, pero no esperaba conseguirlo", confesó. Héroe inesperado del Mundial, Fabio Grosso protagonizó contra Alemania su segundo momento de gloria. Primero mandó a Australia a casa, cuando en el minuto 90 del cruce de octavos, Lucas Neill le hizo penalti. "Para mí, estar en el Mundial ya era un premio. Jugar y que me pase esto...", apuntaba Fabio.

"Marca más goles de lo que habla", dicen de él en el vestuario del Palermo. Teniendo en cuenta que, desde que se puso la camiseta rosa en enero de 2004, procedente del Perugia, ha jugado 90 partidos y ha marcado sólo dos goles, se entiende por qué de Grosso (Roma, 1977) se afirma que, si hay un futbolista tranquilo en la selección, es él. Casado con su primera novia, Jessica Reppetto, hija de un ex jugador del Sampdoria, fue a ella, con los ojos emocionados, a quien dedicó el gol del pasado martes. A ella, a su hijo, que nacerá en septiembre, a su familia... "Y a todos mis amigos que me quieren y que están tan contentos y sorprendidos como yo de cómo me van las cosas", explicó en un alarde de locuacidad que sorprendió a la prensa transalpina, hasta que Grosso aclaró: "Soy muy feliz, tanto que no he podido reprimir las lágrimas". Empapado en sudor y alegría, el lateral que empezó como extremo, se consagró con su segundo tanto con la azzurra. El primero se lo marcó a Escocia en Hampden Park, también a la salida de un córner, el 3 de septiembre de 2005. Una volea de izquierda que significó el empate a un gol y el liderazgo de grupo en la clasificación para el Mundial.

Hijo del esfuerzo más que del talento, a Grosso le ha llegado la gloria cuando ni siquiera la buscaba. "Sólo con la convocatoria ya tenía bastante", reconoce metido en un verano inolvidable que empezó concretando un traspaso al Inter que, al parecer, se ha comprometido a pagar 7 millones de euros más la cesión de un jugador del equipo promesa. "Es la voluntad del jugador dar el salto a un grande", se justificaba Mauricio Zamparini, presidente del Palermo, la noche en que Grosso encendió Italia. Zamparini no da por cerrado el acuerdo, pero se siente honrado de tener a cuatro jugadores de su equipo defendiendo la suerte del calcio en Alemania: además de Grosso, están Barone, Zaccardo y Barzagli, lo cual habla muy a favor de Mauro Pederzoli, el secretario técnico fichado del Brescia que contrató hace tres años a estos jugadores y que estuvo en la órbita del Espanyol hace unos meses.

Grosso se sentía superado por saber que a históricos del fútbol italiano como Cera (ex de Italia 70) o Cabrini (España 82) se les llenaba la boca de elogios al hablar de su juego. "No tengo palabras, tampoco soy muy consciente de lo que he conseguido. Simplemente, soy tan feliz que me cuesta hablar", aseguraba. "Somos un gran grupo, esa es nuestra fuerza", añadía el hombre que rompió el maleficio del Walfenstadium de Dortmund, donde Alemania, hasta el partido de semifinales contra Italia, había jugado 14 veces, ganando 13 partidos y empatando sólo uno.

Grosso (derecha) pugna por el balón con Schneider.ASSOCIATED PRESS

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