Reportaje:El panorama cultural

El arte de la perseverancia

Laura Alonso y Raquel Arenas fundaron en el año 2000 una compañía de teatro que todavía es deficitaria

Al terminar sus estudios de interpretación y dirección en el año 2000, Laura Alonso, de 26 años, formó con Raquel Arenas la compañía de teatro de improvisación Por Casualidad. La forma en que se creó hace honor a su nombre: "Necesitaban un grupo en una sala; elegimos a tres personas que nos parecían graciosas y salimos a escena después de ensayar sólo tres veces", recuerda Laura. En vista de la buena aceptación, las dos optaron por continuar. Después de tres años de espectáculos ocasionales, en 2003 decidieron transformar su experimento en una empresa. "Entonces nos encontramos con un vacío in...

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Al terminar sus estudios de interpretación y dirección en el año 2000, Laura Alonso, de 26 años, formó con Raquel Arenas la compañía de teatro de improvisación Por Casualidad. La forma en que se creó hace honor a su nombre: "Necesitaban un grupo en una sala; elegimos a tres personas que nos parecían graciosas y salimos a escena después de ensayar sólo tres veces", recuerda Laura. En vista de la buena aceptación, las dos optaron por continuar. Después de tres años de espectáculos ocasionales, en 2003 decidieron transformar su experimento en una empresa. "Entonces nos encontramos con un vacío informativo tremendo. Pedimos ayuda en muchísimas instituciones, pero lo único que nos daban eran papeles para rellenar".

"Encontramos un vacío informativo tremendo, lo único que hacíamos era rellenar papeles"
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Laura se toma con humor los obstáculos con los que se iban encontrando: "Para concedernos una subvención, nos pedían tener cerrada una gira, pero es imposible vender bolos si no hay dinero para el material promocional". En Por Casualidad, nadie cobra los ensayos, y las colaboraciones, en muchos casos, son de amigos desinteresados.

Además de la falta de ayuda, Laura se queja de la poca seriedad de muchas instituciones: "Ganamos un festival organizado por un ayuntamiento de Cádiz. El premio consistía en 3.000 euros y una actuación en el mismo festival al verano siguiente; el dinero lo cobramos ocho meses más tarde, y todavía estamos esperando la segunda representación".

Después de darse de cabezazos para conseguir sacar adelante la compañía, el año pasado emprendieron un nuevo proyecto: organizar bodas de gays y lesbianas. La nueva empresa, ésta sí, ha sido un éxito; han participado en tres enlaces y ya tienen apalabrados otros 20. "¡Hemos ganado más dinero en unos meses que en siete años haciendo teatro!", se lamenta Laura. Ella y su socia se encargan de todo: escogen lugares originales para la celebración, la música, textos emotivos que leerán los novios... Cuando se le pregunta si se siente tentada de abandonar el teatro, Laura duda un instante. "Es muy goloso pensar en tener un trabajo en el que ganes dinero... Pero si tienes una inquietud artística, no la puedes dejar", responde al fin.

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Lo más frustrante para ella es ver sus espectáculos llenos de un público que se lo pasa en grande. "Si nosotras supiéramos que nos va mal porque no conectamos con la gente, vale; pero es todo por culpa del dinero". Laura sabe que para dedicarse al teatro hace falta mucho trabajo, paciencia y sacrificio. "Eso, y rodearte de gente que tenga la misma pasión que tú, porque si no este ritmo no lo aguanta nadie", añade.

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