Crónica:Ciclismo | Flecha del Brabante

Freire-Flecha, SL

El tricampeón gana en Bélgica tras el gran trabajo de su compañero

Cuando iba camino del podio, desde detrás de las vallas, un hombre de unos 50 años dio la mano a Óscar Freire. Un apretón que, complementado con la mirada de alegría de quien lo daba, significaba agradecimiento, felicitación, admiración. El hincha tan feliz era Freddy Maertens, el anti-Merckx del ciclismo belga, campeón del mundo en 1976, una máquina de ganar carreras en los años 70. Un hombre que, se supone, conoce bien lo que se trae entre manos; un personaje que, sin desdeñar, por supuesto, a Freire, que acababa de ganar su segunda Flecha del Brabante consecutiva, bien podía haber guardado ...

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Cuando iba camino del podio, desde detrás de las vallas, un hombre de unos 50 años dio la mano a Óscar Freire. Un apretón que, complementado con la mirada de alegría de quien lo daba, significaba agradecimiento, felicitación, admiración. El hincha tan feliz era Freddy Maertens, el anti-Merckx del ciclismo belga, campeón del mundo en 1976, una máquina de ganar carreras en los años 70. Un hombre que, se supone, conoce bien lo que se trae entre manos; un personaje que, sin desdeñar, por supuesto, a Freire, que acababa de ganar su segunda Flecha del Brabante consecutiva, bien podía haber guardado un poco de la energía de su saludo y gastarla con Juan Antonio Flecha.

Si Freire es la clase pura, un talento extraordinario que cuando se encuentra en estado de gracia se convierte en un ciclista único, Flecha, que este año es su compañero de equipo en el Rabobank, es corazón, un corazón que cuando llega la primavera, cuando migra hacia Bélgica, se acelera, late en estado de excitación permanente.

Ayer por la tarde, en una de tantas cuestas de la Bélgica rural, la clase de Freire y el corazón de Flecha se mezclaron en una combinación explosiva que terminó con la victoria del tricampeón mundial, con la alegría increíble del español nacido en Argentina.

La sociedad limitada Freire-Flecha se organizó al pie de la última ascensión al Lindenberg, la 18ª de la jornada, a ocho kilómetros de la meta. Freire, que corría sin cadena, forzó la ruptura. Un grupo de cinco corredores. Los que se jugarían la victoria. Entre ellos estaba Nuyens, un belga de gran calidad, que atacó en el Lindenberg, y también Kroon, un holandés, que le siguió. Por detrás, Flecha llevó a Freire, sin sobresaltos, a su rueda. Cazados, Flecha continuó mandando, forzó el tren al pie del último muro, el Alsemberg, y, aún, cuando parecía que se iba a quedar, arrancó de nuevo para conducir a Freire al sprint imparable y ganador. "Con Óscar ahí, con la clase que tiene y lo bien que corre, todo fue fácil", dijo Flecha, quien se confesó "agotado" pues el día anterior había corrido el E3, otra clásica en la región. "Pero esto no es nada comparado con lo que me espera el domingo, el Tour de Flandes. La pena será que Óscar no creo que lo corra. Ha vuelto a quejarse de que le dolía el glúteo y no quiere arriesgarse a dar botes en el pavés".

Freire (a la izquierda) vence y Flecha (detrás) alza sus brazos.EFE

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