Entrevista:TERESA SANZ | Dos años de la matanza de Madrid

"Estoy convencida de que volverá a pasarme"

Teresa sólo tuvo heridas leves, contracturas, por culpa de la explosión de las bombas de El Pozo. Pero las heridas psicológicas la han marcado de por vida. "No avanzo, a pesar de las técnicas que nos brindan los profesionales. En mi caso no funcionan, no detengo los pensamientos negativos, no encuentro respuestas, pierdo la autoestima y me aparecen la tristeza y la ansiedad".

Se queja del trato recibido por la mayoría de los psicólogos que la han visto. "Con el paso de los meses, tenía la sensación de ir al médico y parecer que estaba en un interrogatorio". Hay cosas que no cree que est...

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Teresa sólo tuvo heridas leves, contracturas, por culpa de la explosión de las bombas de El Pozo. Pero las heridas psicológicas la han marcado de por vida. "No avanzo, a pesar de las técnicas que nos brindan los profesionales. En mi caso no funcionan, no detengo los pensamientos negativos, no encuentro respuestas, pierdo la autoestima y me aparecen la tristeza y la ansiedad".

Se queja del trato recibido por la mayoría de los psicólogos que la han visto. "Con el paso de los meses, tenía la sensación de ir al médico y parecer que estaba en un interrogatorio". Hay cosas que no cree que estén bien: "La Seguridad Social me quitó la terapia semanal con el psicólogo y me pusieron en la lista de espera".

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Además, por tener heridas leves no fue incluida en principio como víctima del atentado, y ha tenido que pasar meses reclamando sus derechos. No ha podido reincorporarse a su trabajo en el Ministerio de Hacienda, y sigue sufriendo a diario. "Grito cuando oigo que una puerta se cierra de golpe. A veces huelo humo y me recuerda al de aquellos momentos, y el miedo me paraliza, me empiezan a temblar las piernas". Le queda el temor de que todo vuelva a suceder. "Desde hace un año no he vuelto a montar en el tren, los psicólogos no me pueden obligar a hacerlo. Porque estoy convencida de que va a volver a pasarme".

Teresa tiene una niña de siete años y un niño de cinco. Una vez subió al tren con ellos. Su hijo, nada más cerrar la puerta, le dijo: "Mamá, si suena una bomba, tú te agachas". "Que te diga tu hijo eso...", se lamenta. Ha dejado de leer libros y periódicos, no consigue concentrarse y no entiende lo que lee. Y todavía se pregunta por qué le sucedió a ella.

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