El Sevilla se queda seco

Una derrota mínima no suele considerarse un mal resultado en la ida de cualquier eliminatoria. Sin embargo, al Sevilla le dejó mal cuerpo. Primero, porque el Lille es un equipo construido desde la defensa y pasa por ser el más fuerte de la Liga francesa en esa materia. Segundo, porque dispuso de las suficientes ocasiones para haber conseguido un resultado positivo para la vuelta en el Sánchez Pizjuán.

El Lille no es un equipo típicamente francés. Le falta tacto con el balón y es demasiado táctico para las alegrías francesas. Pero se sabe la lección de su entrenador hasta la última coma ...

Una derrota mínima no suele considerarse un mal resultado en la ida de cualquier eliminatoria. Sin embargo, al Sevilla le dejó mal cuerpo. Primero, porque el Lille es un equipo construido desde la defensa y pasa por ser el más fuerte de la Liga francesa en esa materia. Segundo, porque dispuso de las suficientes ocasiones para haber conseguido un resultado positivo para la vuelta en el Sánchez Pizjuán.

El Lille no es un equipo típicamente francés. Le falta tacto con el balón y es demasiado táctico para las alegrías francesas. Pero se sabe la lección de su entrenador hasta la última coma y con eso se ha hecho un nombre en Francia, el nombre de un equipo rocoso al que nadie le marca un gol en su estadio desde el pasado octubre.

El Sevilla lo pudo hacer en varias ocasiones, pero, lleno de brasileños, el equipo andaluz tampoco tenía ayer el toque exacto para superar al senegalés Sylva y hasta en tres ocasiones, sólo en la primera mitad, desaprovechó las ventajas que la lentísima defensa del equipo francés concedió a sus delanteros.

Kanouté y Luis Fabiano agrandaron la imagen imbatible del Lille, al que habrá que convenir que también la suerte le ayuda en sus registros defensivos.

La suerte, sin embargo, no estaba del lado del equipo español, que recibió un gol a medias entre Dernis y su guardameta, Notario. El centrocampista francés efectuó con toque y habilidad un saque de esquina al segundo palo que Notario se tragó encelado por la pantalla de dos delanteros del Lille. Un gol olímpico, inusual, en un equipo como el Sevilla, poderoso en el juego aéreo.

Juande Ramos había apostado por un juego de contragolpe. El Sevilla tiene una velocidad mayor que el Lille y eso debía bastar para disponer de ocasiones suficientes para inclinar el partido y la eliminatoria. Y eso ocurrió aunque se malgastaron una tras otra.

Lo que no entraba en el pronóstico es que el delantero Moussilou, ya conocido por su extrema velocidad, fuera capaz tantas veces de escapar de sus marcadores en jugadas telegrafiadas. El Lille lo hace casi todo para él y su habitual lanzador es Dernis, un zurdo con toque de seda. Pues, bien, sus conexiones casi siempre echaron chispas porque ni Javi Navarro ni Dragutinovic encontraron la distancia justa para frenar su arrancada. Sólo cuando Puel lo retiró del campo descansaron. Y fue entonces cuando el Lille se quedó sin más argumentos que especular con el resultado, algo que no le es ajeno, algo que nunca le es incómodo.

El Sevilla, ya volcado al ataque, con el Lille algo cansado y sin referencias ofensivas, tuvo el partido preciso para haber dado incluso la vuelta al marcador.

La entrada de Saviola dinamizó el ataque y dio velocidad al partido, que ya se rompió definitivamente en dos mitades: un Sevilla volcado y un Lille confiado al contragolpe y a las genialidades del marfileño Keita, tan generoso en el esfuerzo como individualista en sus acciones.

Al Sevilla le faltó gol. Tres malgastó en la primera mitad y otras tantas en la segunda, como si Kanouté volviera a unos meses atrás cuando la portería se le hacía minúscula y los postes enormes. Tampoco Saviola tuvo el pie fino en un disparo franco desde dentro del área. No parecía el Lille superior al Sevilla. Su colección de errores en el pase en la segunda mitad desacreditaban su prestigio y proporcionaron al Sevilla un ataque constante, pero infructuoso. Todo lo dejó para Sevilla, donde confía en recuperar la puntería.