Reportaje:Personajes

Fútbol al otro lado de la valla

Debuta en Regional el primer equipo de inmigrantes sin papeles, formado por jóvenes que llegaron al Centro de Estancia Temporal de Melilla tras saltar la verja o en patera

Sólo dos jugadores de la plantilla del primer equipo español compuesto en su totalidad por inmigrantes sin papeles hablan español. Pocos llevan más de dos meses en Melilla. Todos aguardan en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes a que sus peticiones de asilo agoten la vía legal. Casi todos burlaron la célebre valla que separa Marruecos de la ciudad autónoma. Por ejemplo, Francis Lucmande, de 27 años. Carpintero en Camerún y ex convicto por un delito del que se declara inocente, Lucmande intentó franquear la alambrada siete veces antes de aprovechar la mala noche de un vigilante dormido...

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Sólo dos jugadores de la plantilla del primer equipo español compuesto en su totalidad por inmigrantes sin papeles hablan español. Pocos llevan más de dos meses en Melilla. Todos aguardan en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes a que sus peticiones de asilo agoten la vía legal. Casi todos burlaron la célebre valla que separa Marruecos de la ciudad autónoma. Por ejemplo, Francis Lucmande, de 27 años. Carpintero en Camerún y ex convicto por un delito del que se declara inocente, Lucmande intentó franquear la alambrada siete veces antes de aprovechar la mala noche de un vigilante dormido y brincar a suelo melillense. "Ojalá jugar en el equipo me ayude a encontrar un destino mejor", recita.

Un camerunés intentó saltar siete veces antes de aprovechar el sueño de un agente dormido

Otros llegaron a través del espigón, en patera o empujados a cambio de dinero por un motor humano embutido en un traje de neopreno. Casi todos han posado hoy para la foto inaugural del equipo de fútbol CETI, que desde ayer participa en la categoría Regional Preferente bajo el padrinazgo del delegado del Gobierno en el enclave, José Fernández Chacón, su presidente honorífico. Sólo tres no se han presentado a la cita. "Se les habrá pasado", comentan desde el centro, "porque son de los buenos". La residencia no exige más que cumplir los horarios de las comidas.

Hace unos meses, en plena avalancha en la cerca, José Santed, director del CETI, y José Fernández Chacón decidieron que no todas las noticias sobre inmigrantes en Melilla fueran negativas: "Los chavales siempre están jugando en los campos de futbito del centro, ven todos los partidos en la tele y tienen a sus ídolos africanos. Les encanta el fútbol". En vista de tanto entusiasmo, decidieron poner carteles llamando a engrosar el primer equipo federado de inmigrantes sin papeles de España. "Favorece a la integración", dicen. Más de 50 de los 740 residentes en el centro -con capacidad para poco más de 400-, se apuntaron. Después, Juan Carlos Redondo, el entrenador escogido por la federación de fútbol melillense, hizo las pruebas pertinentes para perfilar el plantel definitivo: 22 jugadores de Ghana, Argelia, Guinea Bissau, Camerún, Malí, Nigeria e India. "Físicamente, están bien, pero tácticamente...", dice con cierta sorna el preparador, que subraya que lo importante es "la integración y pasarlo bien, que se olviden un poco de sus tragedias".

Historias duras, como la de Engus Socia, ghanés de 25 años, que saltó el pasado 5 de agosto tras siete meses aguardando al otro lado del enrejado y que cree que "jugando ante el público al fútbol seré libre". Socia dice que da patadas al balón desde la escuela y relata una epopeya de cárceles y problemas religiosos con los que argumenta su petición de asilo.

Ayer, en su primer encuentro de la Liga de Regional Preferente, perdieron por seis goles a cero. "No he podido entrenarlos mucho", argumenta Redondo. Una derrota que presenciaron 500 espectadores, de los que casi la mitad eran residentes del CETI. "Llevaban un montón de timbales y tambores para animar en plan percusión africana", comenta uno de los asistentes al encuentro. La única bandera que portaban los aficionados era una enseña española.

Santed calcula la estancia media de los "jugadores" en unos seis meses, hasta que se agoten todos sus recursos. Después son trasladados a la Península y, en caso de no haber prosperado sus alegaciones, repatriados a sus países de origen. "La Liga es corta. Dura cuatro meses sólo. Además, nos dejan usar 35 fichas por si algunos futbolistas no siguen en el centro", explica Santed, responsable de un centro alabado por una comisión del Parlamento Europeo. "Además", bromea, "si alguno es muy bueno, le pediremos que se quede".

José Fernández Chacón, el otro padre junto a Santed y Diego Martínez, presidente de la Federación de Fútbol de Melilla, cree que el proyecto es bueno para generar "confianza" entre los inmigrantes. Todos insisten en el deporte como un factor de "integración de primer orden". Por de pronto, Fernández Chacón se ha tomado tan en serio su papel de "presidente" que, además de asistir en directo al primer traspié deportivo de los suyos, ha escogido el color verde de la equipación porque es seguidor del Betis.

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