Necrológica:

Faustino Román, pintor

Maestro de una generación de acuarelistas

Posiblemente Segovia sea una de las ciudades que haya invitado a la práctica del arte a más personas, en relación con otras capitales, debido a su luz, su paisaje y su conjunto histórico-artístico, pleno de monumentos y de un caserío arropado por la muralla y alzado entre dos valles. El aire del Guadarrama ofrece una visión limpia y el cielo se encuentra a la altura justa, como decía María Zambrano mientras que su padre, Blas, trataba de llevar la cultura a los más desfavorecidos en la Universidad Popular Segoviana, junto con Antonio Machado, entre otros.

Ésta es la Segovia que vivió de...

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Posiblemente Segovia sea una de las ciudades que haya invitado a la práctica del arte a más personas, en relación con otras capitales, debido a su luz, su paisaje y su conjunto histórico-artístico, pleno de monumentos y de un caserío arropado por la muralla y alzado entre dos valles. El aire del Guadarrama ofrece una visión limpia y el cielo se encuentra a la altura justa, como decía María Zambrano mientras que su padre, Blas, trataba de llevar la cultura a los más desfavorecidos en la Universidad Popular Segoviana, junto con Antonio Machado, entre otros.

Ésta es la Segovia que vivió de niño y en la transición a la adolescencia el artista Faustino Román García, que murió el jueves pasado, una semana antes de cumplir los 85 años. Atraído por las más diversas técnicas, practicó el dibujo, el guache, la acuarela, el óleo y realizó experiencias en la pintura mural y en el cartelismo.

Heredó de su padre, Manuel Román, el oficio de decorador de fachadas -prácticamente desaparecido en la actualidad-, pero donde más se le recuerda es en el dominio de la acuarela, una técnica que llegó a perfeccionar al máximo, profundizando en el detalle, y de la que ha sido maestro de una generación completa de artistas, que le recordaban con emoción durante su despedida.

Movido por la importancia de la transmisión del conocimiento, Faustino Román dejaba los domingos para entregarse generosamente a los demás y enseñarles a mover los pinceles y a mezclar los colores, ante los rincones más pintorescos del paisaje urbano de la tierra que amaba con pasión discreta, porque su modestia le impedía sobresalir de entre los demás. Así, junto a otros compañeros, formó el grupo de acuarelistas Acqua que en línea con los intelectuales de los años treinta ofrecían su saber a los demás, a cambio de tener la disculpa, o de imponerse la obligación, de salir a la calle con el caballete y de robar alguna imagen al paisaje, para trasladarla al lienzo, en una auténtica pedagogía sobre lo bello. Este artista, con numerosas exposiciones individuales y colectivas, contaba con una larga serie de galardones, entre los que destacan un total de 13 primeros premios de carteles del Ayuntamiento de Segovia, para anunciar las ferias de la capital.

Y en lo personal, fue educado hasta para morir, como recordaba ayer su hijo, el periodista de los informativos de Televisión Española, Manuel Román. El maestro, enfermo desde hacía varios meses, iba a recibir en vida el homenaje de sus discípulos y amigos, pero no ha sido posible, se fue antes; aunque se le va a recordar, el próximo mes de abril, con una exposición antológica póstuma, en su memoria.-

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