"Sólo quiero rehacer mi vida"

El asesino de la catana vive con dificultades sus primeros días en libertad

Nadie supo al principio más de lo que ellos quisieron contar. Que se llamaban José y Verónica, que eran de Murcia y que acababan de llegar a Renedo de Piélagos, un pueblo de 4.000 habitantes a 20 kilómetros de Santander en busca de trabajo. A ella la contrataron enseguida de camarera en el bar Trébede y él se acercaba cada tarde a buscarla, se sentaba al final de la barra y se pedía un refresco o un café. Al cabo de los 15 días de prueba despidieron a Verónica.

La noticia coincidió con un rumor que iba tomando cuerpo en el pueblo. Hace sólo seis años, su novio, aquel muchacho tan educad...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Nadie supo al principio más de lo que ellos quisieron contar. Que se llamaban José y Verónica, que eran de Murcia y que acababan de llegar a Renedo de Piélagos, un pueblo de 4.000 habitantes a 20 kilómetros de Santander en busca de trabajo. A ella la contrataron enseguida de camarera en el bar Trébede y él se acercaba cada tarde a buscarla, se sentaba al final de la barra y se pedía un refresco o un café. Al cabo de los 15 días de prueba despidieron a Verónica.

La noticia coincidió con un rumor que iba tomando cuerpo en el pueblo. Hace sólo seis años, su novio, aquel muchacho tan educado que se sentaba al final de la barra, había matado a su padre, a su madre y a su hermana pequeña con una catana de acero. Tenía 16 años y los psiquiatras le diagnosticaron epilepsia temporal. "Sólo quiero rehacer mi vida, tener otra oportunidad", pide en estos días de libertad vigilada. Debe terminar su condena en casa de un pastor evangelista en Renedo.

Archivado En