TENIS | Final del Open de Australia

Hingis también gana su copa

Como si siete años no fueran nada, Martina Hingis, la resucitada, abandonó también el Open de Australia con una copa bajo el brazo. Claro que no era la copa del torneo individual, lo que habría sido excesivo incluso para una chica prodigio como ella después de tres años alejada del circuito, sino la más modesta del torneo de mixtos, que conquistó junto a su compañero, el especialista indio de dobles Mahesh Bhupati, al derrotar en la final por 6-3, 6-3 a la pareja ruso-canadiense Elena Lijovtseva-Daniel Nestor. Fue una victoria de gran valor simbólico y así la valoró la tenista suiza. "Ha sido ...

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Como si siete años no fueran nada, Martina Hingis, la resucitada, abandonó también el Open de Australia con una copa bajo el brazo. Claro que no era la copa del torneo individual, lo que habría sido excesivo incluso para una chica prodigio como ella después de tres años alejada del circuito, sino la más modesta del torneo de mixtos, que conquistó junto a su compañero, el especialista indio de dobles Mahesh Bhupati, al derrotar en la final por 6-3, 6-3 a la pareja ruso-canadiense Elena Lijovtseva-Daniel Nestor. Fue una victoria de gran valor simbólico y así la valoró la tenista suiza. "Ha sido mucho tiempo retirada, tres años, pero estoy de vuelta, y menudo comienzo", dijo Hingis, de 25 años y que en el torneo individual llegó hasta cuartos, donde fue derrotada por la belga Kim Clijsters. "Esperemos que esto siga así".

Martina Hingis ganó su quinto y último torneo del 'grand slam' hace justamente siete años en las pistas del Melbourne Park. Tenía 18 años y ya llevaba dos años en la cumbre del tenis mundial. También había ya emitido señales que permitían incluirla en el extenso grupo de niñas prodigio del tenis que debían dejar el deporte aún jóvenes machacadas por las lesiones. Y así fue, a finales de 2002, con 22 años recién cumplidos, Hingis, aduciendo tanto lesiones varias como falta de motivación, se retiró.

Su regerso, tres años después, ha causado más expectación entre los medios y los aficionados que entre sus compañeras y rivales, que son prácticamente las mismas entre las mejores del mundo -las habituales belgas Henin y Clijsters, las francesas Mauresmo y Pierce, las estadounidenses Davenport y las Williams- exceptuando la nueva hornada de quinceañeras del Este lideradas por la rusa Sharapova, que cuando se retiró. Como si nada hubiera cambiado. Las veteranas han reconocido su trabajo, han señalado que le da a la bola más fuerte incluso que cuando se retiró, pero han precisado que deberá mejorar su forma física si quiere aguantar el asfixiante ritmo del circuito.

Quien no ha dicho nada sobre Hingis es Amelie Mauresmo, símbolo máximo de que poco ha cambiado en el tenis femenino desde los tiempos en que Hingis estaba en el culmen. Fue a Mauresmo, ganadora del Open de Australia de 2006, a quien derrotó Hingis en la final de 1999. Fue aquel un año duro para la francesa, quien durante el torneo hizo público que era lesbiana, lo que desató una tormenta que la hundió. Hingis aprovechó la corriente y antes de la final dijo que Mauresmo era "medio hombre". El sábado, al ver a Mauresmo en el restaurante de los jugadores cenando con la copa a su lado, Hingis, discretamente, se fue a otra sala.

Hingis, durante la final mixta de Australia.EFE

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