FÚTBOL | 19ª jornada de Liga

El Bernabéu se rinde a un taconazo

La noche invernal pilló a los jugadores desprevenidos. Hizo cuatro grados y el Bernabéu iluminó una lluvia fina. El calabobos incomodó a los futbolistas. Algunos, como Adriano, se escurrieron sobre una superficie inesperadamente resbaladiza. Los tacos no iban bien. Otros, como Beckham, experimentaron las molestias que trae la humedad. Adriano se cambió las botas en el primer tiempo, a unos metros del círculo central, durante un ataque del Madrid, para espanto de Juande Ramos. El caso de Beckham, en el arranque del segundo tiempo, tuvo peores consecuencias. El inglés se desató y se ató las bota...

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La noche invernal pilló a los jugadores desprevenidos. Hizo cuatro grados y el Bernabéu iluminó una lluvia fina. El calabobos incomodó a los futbolistas. Algunos, como Adriano, se escurrieron sobre una superficie inesperadamente resbaladiza. Los tacos no iban bien. Otros, como Beckham, experimentaron las molestias que trae la humedad. Adriano se cambió las botas en el primer tiempo, a unos metros del círculo central, durante un ataque del Madrid, para espanto de Juande Ramos. El caso de Beckham, en el arranque del segundo tiempo, tuvo peores consecuencias. El inglés se desató y se ató las botas, y, de paso, se dejó llevar por sus nuevas costumbres socializantes. Esto es, se peleó con el cuarto árbitro, Marcos García. Entretanto, el Sevilla atacaba y remataba tres veces en el área del Madrid. Marcó Luiz Fabiano tras un tiro de Maresca.

No fue la noche de la banda derecha del Madrid. Ni el guapo Beckham, ni el novedoso Cicinho, que debutó como titular, pudieron evitar que los de la otra orilla les hicieran sombra. Un dato lo dice todo. En los primeros 45 minutos Guti dio 33 pases bien de 34. El Madrid achicó el campo, jugó en terreno del Sevilla, y facilitó el trabajo a sus pasadores. El último jugador del Madrid fue Ramos, un seguro como cierre. Con la colaboración de Mejía, el sevillano dominó sus 40 metros cuadrados. Por delante, a su izquierda, se desataron los artistas: Zidane, Robinho y Guti.

Cubiertos por Gravesen y los dos centrales, y con la colaboración involuntaria de Roberto Carlos, que jugó lesionado y no subió, Zidane y Guti ejercieron de enganches con mucha libertad. Las triangulaciones con Robinho desconcertaron a Alves, y el primer gol cayó por ahí. Zidane se ha recuperado. Está convencido, con 33 años, de que vuelve a su plenitud. En su cabeza ronda la posibilidad de una retirada gloriosa tras la Copa del Mundo. El francés dobló a Robinho y se metió hasta la línea de fondo. Su gran centro lo conectó Guti con una volea. Pero lo mejor de Guti estaba por venir. Fue un pase ante la medialuna del área de Palop. Un pase de espaldas a Palop. Un pase de tacón que le llegó a Zidane como si la acción fuese producto de un ensayo. El francés recibió la pelota y la puso en el segundo palo lejos de las manos del portero, para hacer los honores al asistente. Maravillado, el Bernabéu hizo algo difícil de ver en un campo que examina las sutilezas con rigor: ovacionó a Guti. "¡Guti-alé, Guti-alé! ¡Forza-Guti, Guti-alé!".

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