Crítica:POP | Orquesta Pinha

Músicas para fiestas

Para empezar, resulta difícil encontrar un epígrafe que se ajuste a la definición de lo que propugna este inclasificable y recientemente creado quinteto. Tal vez pudiera encuadrársele, con sus diferencias, en la línea de Mastretta o de Racalmutto, la banda del saxofonista Miguel Malla.

La Orquesta Pinha es música instrumental que no se ciñe a la concepción piramidal y mercadotécnica de la música popular del momento. En su concierto en Madrid en estas navideñas fechas, demostraron que lo suyo va por el lado de las orquestas que, humildemente, solo aspiraba a entretener y hacer bailar a u...

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Para empezar, resulta difícil encontrar un epígrafe que se ajuste a la definición de lo que propugna este inclasificable y recientemente creado quinteto. Tal vez pudiera encuadrársele, con sus diferencias, en la línea de Mastretta o de Racalmutto, la banda del saxofonista Miguel Malla.

La Orquesta Pinha es música instrumental que no se ciñe a la concepción piramidal y mercadotécnica de la música popular del momento. En su concierto en Madrid en estas navideñas fechas, demostraron que lo suyo va por el lado de las orquestas que, humildemente, solo aspiraba a entretener y hacer bailar a una audiencia allá por los años 50 y 60 del pasado siglo, justo antes que las servidumbres del pop y su supuesta contemporaneidad arrasasen con todo.

Orquesta Pinha

Fernando Polaino (guitarra), Begoña Larrañaga (acordeón), Juan Tamayo (clarinete), Alvaro Barco (bajo) y Pepe López Gil (batería). Sala Clamores. Madrid, lunes 26 de diciembre.

Una base rítmica semiacústica sirve de sostén a los deambulares melódicos de una guitarra acústica enchufada, junto a un violín y un clarinete, instrumentos estos dos últimos que parecen difíciles de encajar en el sonido moderno como no sea insertos en estilos musicales como el jazz y la música norteña, por citar solo dos. Aquí, sin embargo, los tres instrumentos corretean alegremente entre twist, tangos, boleros, habaneras, polkas, swings y otros estilos del mismo ámbito popular del pasado, con un resultado final bien enternecedor, entretenido, sensible y con un componente claramente visual que lo emparenta con las bandas sonoras de las películas en blanco y negro de los períodos citados, con Nino Rota asomando por el horizonte.

Música tremendamente personal y aconsejable en época de fiestas como ésta, la Orquesta Pinha reivindica al músico por vocación y el directo como estatus primero de los músicos, entendiendo por tales a aquellos que, aunque solo sea una, se saben una canción y la ejecutan con la suficiente gracia como para que al oyente le sugiera algo y le haga pasar un buen rato. La Orquesta Pinha se sabe más de una canción -en su actuación tocaron 24-, así que no hay excusa para perdérselos

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