Músicos clásicos y populares reivindican el valor de los villancicos

Artistas como Diana Krall y los tenores de Il Divo han grabado discos monográficos

Los cantos de Navidad constituyen un género repudiado como pocos, pero acumulan casi un milenio de historia y siguen entonándose de forma tan ineludible como el primer día. Los mejores artistas internacionales de todos los estilos -este año, la heroína jazzística Diana Krall y los tenores fotogénicos de Il Divo- graban con frecuencia discos monográficos. Y respetables musicólogos y especialistas españoles dan la cara por estas añejas melodías.

En Érase una vez un padre, la socarrona novela de Nick Hornby, el personaje que en la versión cinematográfica encarna Hugh Grant se pasaba...

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Los cantos de Navidad constituyen un género repudiado como pocos, pero acumulan casi un milenio de historia y siguen entonándose de forma tan ineludible como el primer día. Los mejores artistas internacionales de todos los estilos -este año, la heroína jazzística Diana Krall y los tenores fotogénicos de Il Divo- graban con frecuencia discos monográficos. Y respetables musicólogos y especialistas españoles dan la cara por estas añejas melodías.

Incluso el restringido universo de la música culta en España se ha aproximado al género

En Érase una vez un padre, la socarrona novela de Nick Hornby, el personaje que en la versión cinematográfica encarna Hugh Grant se pasaba la vida tumbado a la bartola gracias a los derechos de autor que le reporta un villancico compuesto por papá. Probablemente le sucedería algo parecido a Irving Berlin: de sus más de 3.000 canciones, ninguna se ha hecho tan popular como White Christmas (Blanca Navidad), de la que constan 1.813 registros discográficos en la web de All Music Guide. En cuanto a las melodías con más solera, todas han pasado ya a la consideración de dominio público (70 años después del fallecimiento de su autor), aunque el compositor palentino Claudio Prieto aclara que una canción como Noche de paz suma en la SGAE varios cientos de arreglos convenientemente registrados.

El etnógrafo zamorano Joaquín Díaz, responsable de más de 70 discos de folclor ibérico (cuatro de ellos de temática enteramente navideña), insiste en que los villancicos de la tradición española brillan a muy alto nivel. "El problema surge cuando las tiendas y los grandes almacenes se empeñan en ponerte seis o siete, siempre los mismos, a todas horas. Es entonces cuando no te queda más remedio que odiarlos", satiriza.

Recuerda Díaz que los cantos de aguinaldo tenían en su origen un carácter petitorio, profano y popular, que se está perdiendo "por culpa de las murgas comerciales de nuestros días". Pero avisa: "Nuestros antepasados nos han legado algunos villancicos de belleza espectacular. Un romance de Os Ancares [entre León y Galicia], Caminamos pa' Belén, puede competir con cualquiera de los más grandes. Al género sólo le falta un artista popular que le haga caso, un Frank Sinatra a la española dispuesto a divulgar nuestros cantos navideños".

El vallisoletano Eliseo Parra, uno de nuestros cantantes folclóricos con mayor repercusión internacional, enarbola tesis parecidas. "Hasta en el hilo musical del avión escuchas villancicos, pero te plantan a Plácido Domingo cantando en inglés las mismas piezas de siempre", protesta. El autor del reciente De ayer mañana acaricia la idea de grabar un disco íntegramente navideño, pero sólo con tonadas que, pese a su escasa difusión, son extraordinarias. "En Extremadura se conservan cantos impresionantes, y hasta en la provincia de Madrid. Yo mismo he participado en rondas navideñas por las calles de Guadalix de la Sierra, y aquello no tiene nada que ver con lo que la colonización anglófona quiere hacernos entender por estas fechas".

Incluso el restringido universo de la música culta en España ha acabado aproximándose al género. Tímidamente, pero con respeto notable. El compositor turolense Antón García Abril estrenó hace apenas cinco temporadas, por encargo del director de orquesta Rafael Frühbeck de Burgos, un villancico original con letra de Antonio Gala y un arreglo para coro y orquesta de Campana sobre campana. Otro tanto llevó a la práctica Claudio Prieto: una composición propia, Aleluyas blancas, también con letra de Gala, y versiones para soprano, orquesta y coro de Ring ring y Campanilleros. "Hasta entonces no le había prestado demasiada atención a este tipo de música", reconoce Prieto, "pero quedé contentísimo de aquella experiencia. He aprendido a valorar su dimensión sentimental y artística".

García Abril alaba estas cancioncitas por ingredientes como su "enorme fuerza evocadora". "Mi favorita siempre ha sido Los peces en el río. Me recuerda al colegio de curas de mi infancia, cuando aún ni había cumplido los 10 años. El hermano músico se remangaba la sotana para tocarlo al piano. Lo interpretaba casi a zarpazos, pero ya entonces me impactaba muchísimo la fuerza de aquella melodía".

Así pues, todo hace pensar que a los villancicos les quedan muchos años. Lo explicaba hace poco John Rutter, compositor especializado en esta música, en un artículo en The Guardian salpimentado con fino humor británico: "Igual que los niños nacidos el 29 de febrero, los villancicos envejecen más despacio que otras canciones. Mi tema La gaita del pastor, por ejemplo, data de 1966. Como cada año nos olvidamos de ella durante 11 meses, la gaita aún suena felizmente hoy".

Diana Krall, durante su actuación en el Auditori de Barcelona, en octubre del año pasado.JORDI ROVIRALTA
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