FÚTBOL | 18ª jornada de Liga

Osasuna gana sin inmutarse

El Atlético se adelantó en el marcador en su única jugada de ataque, pero los de Aguirre dieron la vuelta en 10 minutos

A los partidos indescifrables, raros en la forma y escasos de contenido, se les suele llamar densos, una palabra que engloba por igual lo bueno y lo malo y cada cual usa lo que le conviene. Llega el entrenador y lo entroniza porque ha ganado, o su colega lo lamenta porque ha perdido, seguramente de forma injusta, piensa. Pero más allá de los banquillos, el fútbol existe a su manera. Y ayer Osasuna y Atlético ofrecieron una actuación tan corajuda como débil, tan propia del equipo de éxito (Osasuna) y del atribulado (el Atlético).

Lo de Osasuna tiene mérito, mucho mérito. Juega lo justo -...

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A los partidos indescifrables, raros en la forma y escasos de contenido, se les suele llamar densos, una palabra que engloba por igual lo bueno y lo malo y cada cual usa lo que le conviene. Llega el entrenador y lo entroniza porque ha ganado, o su colega lo lamenta porque ha perdido, seguramente de forma injusta, piensa. Pero más allá de los banquillos, el fútbol existe a su manera. Y ayer Osasuna y Atlético ofrecieron una actuación tan corajuda como débil, tan propia del equipo de éxito (Osasuna) y del atribulado (el Atlético).

Lo de Osasuna tiene mérito, mucho mérito. Juega lo justo -nada espectacular, pero nada que criticar-, corre más que nadie y no hay gol que le achante. Por eso cuando marcó Petrov en la primera llegada del Atlético, tras un tiro de Gabi al poste, ni se inmutó, como si le hubiera pegado algo de su compinche el Barcelona, cada vez su más claro objeto de deseo.

OSASUNA 2 ATLÉTICO 1

Osasuna: Ricardo; J. Flaño, Cuéllar, Josetxo, Corrales; David López, Raúl García, Muñoz, Delporte (Moha, m. 86); Webó (Moreno, m. 89) y Milosevic (Romeo, m. 17).

Atlético: Roberto; Valera, Perea Pablo, Antonio López; Mario, Colsa, Gabi (Braulio, m. 69), Petrov (Del Moral, m. 77); Maxi y Fernando Torres.

Goles: 0-1. M. 26. Disparo de Gabi al poste que aprovecha Petrov para batir a Ricardo. 1-1. M. 29. Balón al área tocada de cabeza, que devuelve Romeo atrás y Raúl García marca de tiro colocado. 2-1. M. Contragolpe de Delporte que remacha Romeo en boca de gol.

Árbitro: Puentes Leira. Amonestó a Ricardo Maxi, Valera.

Unos 16.000 espectadores en El Sadar.

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El Atlético, fiel al su triste figura, se dedicó a congelar el fútbol sin darse cuenta de que así se congelaba. Bien que el campo estaba helado, que hacía un frío del carajo, pero al fútbol es difícil de jugar sin medio campo y sin extremos. Lo intentó Luxemburgo en el Madrid y está en casa haciendo declaraciones por doquier (amén de litigar por sus haberes). Bianchi, El Virrey, es de la misma escuela: jugadores desubicados (Maxi y Petrov, por ejemplo) y un medio campo liviano, con la sombra de lo que fue Gabi en el Getafe y Colsa, redivivo, amén de un chico joven, Mario, con mucho que aprender. Si a eso se le añade que Perea, el central revelación de la pasada temporada, cayó en todos los engaños de Webó, la postal del Atlético se antoja difusa. El debate está abierto: o es Bianchi o es la plantilla. O ni el entrenador no es tan grande, en Europa, como se le asimila en América, o la plantilla no es la que creen tener sus seguidores. Seguramente son ambas cosas.

El Osasuna es la fidelidad a un estilo. En la Liga viene demostrando, sobre todo, carácter, además de buen juego en muchas ocasiones. No es ocasional que haya ganado todos los partidos de casa, ni que sea el segundo de la Liga, ni que estuviera a punto de ganar con 10 en el Bernabéu, ni que su entrenador, el vasco Aguirre, haya demostrado que las rotaciones son un argumento positivo frente a las especulaciones sobre la inestabilidad.

Osasuna encajó el gol como quien lava. El Atlético había llegado una vez, sin jugar al fútbol, y había conseguido un gol. Cuestión depresiva para cualquier equipo. El Osasuna no es de esos. A los cuatro minutos cosió la herida. A su estilo se inventó un gol precioso, a la vieja usanza. Balón al área, toque de cabeza, Romeo que controla hacia atrás y Raúl García, un chico todo músculo, que saca un disparo sutil al palo, imposible del debutante Roberto. Cinco minutos después, Osasuna sacó una versión menos habitual en El Sadar. Con el partido empatado, el contragolpe. En un pase llegó el balón a Delporte. En otro, al punta. Romeo empaló en boca de gol. Del Atlético no hubo noticias en esa jugada. Estaban los que estaban, porque bajar, no bajó ninguno. Del Osasuna subieron a empellones.

En apenas diez minutos, Osasuna había levantado una situación adversa, casi sin despeinarse. Mucho tenían que ver dos futbolistas ejemplares. Muñoz es un trotafútbol, es decir está en todos los lugares del campo cuando hay que estar, y Raúl García es un muchachote que a su espíritu de sacrificio añade una capacidad de llegada que rentabiliza en goles. Osasuna no es la quintaesencia del fútbol arte, pero tampoco es el fútbol industrioso de los viejos tiempos. Frente al Atlético pareció un misil. Incluso con el 2-1 a favor se volcó con mayor ansiedad al ataque cobrándose dos remates al poste de Romeo y un cabezazo bello pero alto de Webó en la segunda mitad. Ni siquiera se enteró de la ausencia de Milosevic que a los 17 minutos pagó el maravilloso esfuerzo del Bernabeu, una semana antes. Allí aguantó; en El Sadar, se rompió.

Del Atlético no había noticias, no hizo nada más que añadir un punto romántico a la derrota. Bianchi, acosado, aturdido, decidió tirar de la muchachada y así acudió a Braulio, a Del Moral como si quisiera que la derrota tuviera algún elemento positivo. Perdimos, pero sacamos muchachos, quizás pensó el virrey. La imagen de Osasuna fue la habitual: trabajador, vertical, implacable y con destellos de grandeza. La del Atlético también: rutinario, incapaz de gestionar el resultado y de engordar si no las ocasiones de gol, al menos las jugadas interesantes. De Torres sólo hubo noticias en la grada, que se acordó de él.

Webó celebra el gol de Romeo con los hinchas de El Sadar.EFE

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