BALONMANO

La Supercopa europea, para el Ciudad Real

Nunca el balonmano ha sido una ciencia exacta. Más bien, todo lo contrario. Se esperaba un duelo a muerte entre dos grandes, pero la final de la Supercopa de Europa fue un festival del equipo de Talant Duishebáev. El Ciudad Real superó al Magdeburgo, alemán, por 37-28 y se adjudicó uno de los pocos títulos que le faltaban. Hasta ahora poseía una Liga (2004), una Copa (2003), dos Copas Asobal (2004 y 2005), una Supercopa española (2005) y dos Recopas (2002 y 2003). Su reto, la Copa de Europa.

El Ciudad Real acreditó que posee una de las plantillas más completas. Desde el inicio, los de D...

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Nunca el balonmano ha sido una ciencia exacta. Más bien, todo lo contrario. Se esperaba un duelo a muerte entre dos grandes, pero la final de la Supercopa de Europa fue un festival del equipo de Talant Duishebáev. El Ciudad Real superó al Magdeburgo, alemán, por 37-28 y se adjudicó uno de los pocos títulos que le faltaban. Hasta ahora poseía una Liga (2004), una Copa (2003), dos Copas Asobal (2004 y 2005), una Supercopa española (2005) y dos Recopas (2002 y 2003). Su reto, la Copa de Europa.

El Ciudad Real acreditó que posee una de las plantillas más completas. Desde el inicio, los de Duishebáev mostraron su superioridad frente a un Magdeburgo sin Abati, Kretzschmar y Grafenhorst. Nada les parecía prohibido. En pocos minutos se situaron con cuatro goles de ventaja (6-2). Pero demostraron su verdadero valor cuando los hombres de Alfred Gislason empataron (8-8). Entonces, las ideas empezaban a parecer turbias. Sin embargo, Duishebáev pidió calma y reconstruyó su equipo. Pareció uno de aquellos momentos mágicos, puesto que a partir de entonces el brazo de Stefansson (8 goles) comenzó a marcar diferencias.

El Barcelona acabó el tercero al batir al Ademar: 31-30.

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