Suave
Christoph von Dohnányi es un buen arquitecto de lo sonoro, que construye con solidez y que corona su obra si no con pasión sí con cierta nobleza. Así fue también el viernes pero con algún matiz positivo que a este crítico le ha sorprendido favorablemente: una especie de plus de cordialidad que atravesó el concierto de parte a parte. Sobre todo en el Divertimento de Bartok, expuesto por la formidable cuerda de la Orquesta Sinfónica de la NDR con una claridad admirable. No aparecieron ni la tensión ni el idioma de las grandes versiones históricas -al contrario: todo fue suave aunque serio- pero ...
Christoph von Dohnányi es un buen arquitecto de lo sonoro, que construye con solidez y que corona su obra si no con pasión sí con cierta nobleza. Así fue también el viernes pero con algún matiz positivo que a este crítico le ha sorprendido favorablemente: una especie de plus de cordialidad que atravesó el concierto de parte a parte. Sobre todo en el Divertimento de Bartok, expuesto por la formidable cuerda de la Orquesta Sinfónica de la NDR con una claridad admirable. No aparecieron ni la tensión ni el idioma de las grandes versiones históricas -al contrario: todo fue suave aunque serio- pero hubo música de veras, bien planteadas y bien resueltas sus preguntas y sus respuestas. Algo parecido sucedió con una Séptima de Bruckner bien articulada en sus líneas de fuerza, muy en la tradición de los grandes kapellmeisters, con una orquesta muy lucida -sobre todo el primer flauta y el timbalero, extraordinario, que tocó sin partitura- y una progresión dramática en el adagio -momento cumbre de la pieza- de la que no acabó de surgir el punto de abandono que culmina el movimiento. Como en Bartok, todo discurrió tranquilo, suave, muy bueno por momentos, sin problemas.
Orquesta Sinfónica de la NDR de Hamburgo
Christoph von Dohnányi, director. Obras de Bartók y Bruckner. Auditorio Nacional. Madrid, 11 de noviembre. Ibermúsica.